El puente de los martirios

El puente de los martirios

El que, en dos meses, haya sido necesario reconstruir precariamente los aproches del puente sobre el río Ocoa en la carretera Sánchez, revela que el criterio para proceder a tales reconstrucciones no ha sido el adecuado. Esto fue responsable  de la nueva crisis de los aproches de la semana pasada con la tormenta Sandy.

 Por años, los aproches del citado puente han sido objeto de destrucción por las aguas violentas  del río, que en épocas ciclónicas adquiere renovados bríos y arrasa con todo lo que obstaculice su libre desbordamiento, cuando baja a grandes velocidades desde las lomas de San José de Ocoa.

 No ha habido un huracán o tormenta, que en su trayectoria por la costa sur del país, no haya socavado los aproches de ese puente, vital para la comunicación con el sur del país. Tal es el mismo caso con el puente de Sabana Larga sobre el mismo río y aguas arriba de  San José de Ocoa.

 Las reseñas anuales de los diarios nos hablan de aproches arrasados y comunidades y regiones incomunicadas, prolongando por varios días las angustias de miles de personas que ven alteradas sus actividades. Recuerdo cómo en octubre de 1955 el fuerte y raro huracán Hilda azotó el sur y los ríos preñados de agua arrasaron con los aproches del puente de acero sobre el río Ocoa, del arroyo Bahía y del arroyo San Juan a la vera del río Nizao, con lo que la carretera Sánchez se vio cortada en varios tramos.

Esa vez  Baní quedó incomunicado por varios  días; hasta hubo necesidad de llevar en barcos de la Marina de Guerra  alimentos   y correspondencia  hasta  la playa de Nizao para paliar las angustias  de los banilejos,  que también se quedaron sin agua del acueducto.

 El río Ocoa, en sus asombrosas crecientes, está ocasionando severos desafíos al ingenio humano para enfrentar  con diligencia y evitar esas continuas crisis  de corte en la comunicación terrestre.

Con el cambio climático  se ha alterado por completo  el régimen de lluvias de los ríos con caudales cada vez mayores y de mayor peligrosidad, siendo el mejor ejemplo este río sureño.

 La solución del caso de los aproches del puente Ocoa, o de Los Pilones como ha sido bautizado después que por la tala ilegal e indiscriminada del guayacán se ha desarrollado la industria artesanal de fabricar los más diversos  modelos de pilones. Pero no es reparar los aproches en base a  formar un relleno provisional de piedras mal colocado, sino en prolongar la longitud actual del puente, añadiendo, por lo menos,  tres nuevos tramos con sus pilas  bien aseguradas con pilotes o cajones a buena profundidad, después que se realice un estudio demo de lo hidráulico con la visualización del comportamiento de las corrientes del río. Al mismo tiempo es necesario establecer  un programa de mantenimiento del cauce del río con el fin de que periódicamente, al menos dos veces al año, canalizarlo sacándole debajo del puente el material de arrastre que haya sido depositado por el río en crecientes menores para así liberarlo de obstáculos como troncos,  basura y piedras.

 Insistir en rellenar con grandes piedras o tratar de establecer muros de gaviones al lado de aproches, no resolvería nada, ya que los deslaves, como los ocurridos en menos de dos meses, nos indica que los aproches  continuarán siendo los obstáculos para la libre circulación del agua, que con su potencia de grandes avenidas que es ahora la forma tradicional, no tiene la resistencia para resistir como una presa esa presión del agua.

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