El puente que comenzó barato

<p>El puente que comenzó barato</p>

POR  DOMINGO ABRÉU COLLADO
Entre las causas por las que los dominicanos debemos sentirnos felices está el tener cosas, estructuras, inversiones, que nos ayudan a hilar la Historia… la Historia reciente, al menos. Creo que ningún otro país tiene esa capacidad. Y si la tiene no la han descubierto aún, porque no la he visto en ninguno de los libros Guinness.

Miren un ejemplo mayúsculo de lo que digo. Ese puente, el más reciente, el que fue tendido sobre el río Higuamo y que bautizaron con el nombre de «Mauricio Báez». Ese puente nos habla desde su blancura y altura de su historia personal, de su desarrollo, de su crecimiento económico.

El proyecto de este puente nació a finales del 90, siendo en el año 1999 cuando se hicieron estudios geológicos reales. La Secretaría de Obras Públicas (léase Diandino Peña) había presupuestado 60 millones de pesos, lo que sería suficiente para los estudios técnicos previos, construcción basamental, cableado de suspensión, colocación del vano, terminación, instalación eléctrica, pintura de protección, asfaltado, pintada de las líneas de carriles y contenes, colocación de una tarja-homenaje, un bombillito rojo en ambos topes, argollas para la colocación de bajantes y pancartas políticas, una alfombra roja para su inauguración y un ramo de flores para la primera dama.

Pero como este país iba en desarrollo el puente no se podía quedar atrás. Así que para el 2002 ya el presupuesto (que había comenzado con 60 millones) estaba en los 590 millones. Es decir 530 millones más que el presupuesto inicial. En ese año -2002- la Secretaría de Obras Públicas (léase Miguel Vargas Maldonado) declaró que el puente estaría terminado en agosto. Pues muy bien.

Entre los años 2003 y 2005 al puente le dio una parálisis, probablemente porque -como estaba acabado de levantar- abrió una nevera y ahí comenzó a torcérsele la boca o algo parecido. La cosa es que estuvo semi-paralizado hasta el 2006.

Bueno, comenzando el 2006 al puente se le curó la parálisis, pero se enfermó de «alta preción». No, no es un error ortográfico. Es que al puente lo atacó un alto precio que llevó su presupuesto a más de 900 millones de pesos,  más de 840 millones adicionales al presupuesto inicial. Pero nada, ¡pa’lante!

En marzo del 2006 la Secretaría de Obras Públicas (léase Freddy Pérez) declaró que el puente estaría terminado antes de finalizar ese año, y que además se había priorizado esa obra para beneficiar a la región este del país.

Finalmente se terminó el puente. Ya en el 2007, el presupuesto llegó a la suma de1,172 millones… Si, poniéndolo en letras, mil ciento setenta y dos millones de pesos. Es decir, mil ciento doce millones de pesos más que el presupuesto original de la Secretaría de Obras Públicas (léase Diandino Peña).

Ahora la pregunta maldita: ¿Cómo diablos fue encareciéndose ese puente de 60 millones hasta llegar a 1,172 millones de pesos? ¡Y eso!… que no le pusieron la alfombra roja ni compraron el ramo de flores para la Primera Dama, porque fácil que el presupuesto hubiera llegado a los 2 mil millones.

¿Qué fue lo que ocurrió con el puente?
Según ha explicado el ingeniero geólogo Osiris de León –el mismo que ha estado haciendo señalamientos sobre la construcción del Metro– los consultores iniciales hicieron estudios geológicos en la parte oeste del río Higuamo, pero no hicieron estudios en la parte este… ¡Miren qué cojonudos! Entonces ocurrió que dichos consultores dijeron que sí, que el emplazamiento era sólido tanto en la margen oeste como en la margen este, y que arrancara la construcción del puente… y que les pagaran, naturalmente, porque ya habían terminado y tenían que irse a descansar de tanto trabajo a Cancún o a Hawai (porque en Casa de Campo estarían demasiado cerca cuando estallara el peo).

Pero cuando la empresa Geofitec, S.A., presidida por Osiris De León, realizó los estudios geológicos, geofísicos y geotécnicos, salió el terrible dato de que la margen este del río Higuamo, donde debían descansar los cimientos del puente, era un enorme y profundo pantano, por lo que el puente tendría que extenderse cuatro veces la longitud estimada al principio hasta llegar a donde hubiera roca suficientemente fuerte como para soportarlo, porque ya no era posible volver atrás. (Y recuerden esa frase: YA NO ERA POSIBLE VOLVER ATRÁS).

Es decir, que como no se hicieron estudios geológicos serios al principio, el país, este pueblo, tuvo que pagar más de mil cien millones de pesos por un puente que costaría solamente 60. Ahora, de nuevo, el ingeniero Osiris de León insiste en que la falta de estudios previos a la construcción del metro hará que los costos del mismo se disparen quién sabe hasta donde, y probablemente se nos dirá que YA NO ES POSIBLE VOLVER ATRÁS.

Un dato sobre el manejo vehicular
El antiguo Puente Ramfis, sobre el río Higuamo –una especie de maqueta del Puente Duarte, pero bien resistente– era la comunicación sobre el río en esa parte de San Pedro de Macorís.

Ahora ha quedado, con la inauguración del nuevo puente, un poco relegado. Pero ocurre que, por algún descuido o por no cargar más el presupuesto del nuevo puente, el puente de hierro ha quedado forzado a ser de una sola vía. Es decir, reducido a menos de la mitad de su uso y rendimiento.

Me pasó que yéndome por el puente de hierro, al llegar al extremo este, me encontré con que no hay forma de incorporarse a la carretera, porque es de vía contraria y no se le construyó un acceso hacia la carretera que va hacia La Romana, El Seybo o Hato Mayor.

Al llegar a la entrada de este puente uno se encuentra a la izquierda con un letrero que dice «no entre», pero es para instrucción del servicio de los camiones de Cemex. Poco antes hay un letrero que advierte lo de la única vía, pero no está lo suficientemente visible como para uno darse cuenta de lo que ocurre, y mucho menos de noche.

Ojalá que esta situación no genere una cadena de accidentes o situaciones difíciles sobre el puente de hierro, porque, en realidad, lo que debiera haber, mucho antes de llegar a este puente, es una barrera franqueable que pueda advertir claramente que el acceso ya no es posible.

Un vertedero para el polígono central
No sé cuándo lo inauguraron el vertedero que aparece en la avenida Winston Churchill, casi llegando a la avenida 27 de Febrero.

No me detuve a investigar mucho porque era mediodía y a esa hora uno como que está en la cuestión de reposición energética. Pero imagino que ese vertedero debe contar con todos los adelantos de la moderna tecnología que permite a la sociedad deshacerse de los desechos sin tener que embarrarse las manos o pasar por malos olores.

Imagino que en el interior de ese vertedero se ha instalado un sistema de correas inoxidables transportadoras y seleccionadoras de basura. Es decir, que dichas correas, atendiendo a una programación computadorizada, va separando la basura por materiales: plásticos a un lado, vidrios a otro, basura orgánica a otro lado, metales por otro sitio… etc.

Igualmente, el sistema las va envasando de acuerdo al material y las envía a un depósito, donde cuando se ha acumulado determinada cantidad es removida automáticamente a un recicladero de vidrio, a otro de metales y a otro de plásticos, mientras que la basura orgánica se hace salchichón.

Yo espero que se instalen otros vertederos similares por los demás sectores del Distrito Nacional y de todo Santo Domingo donde se están necesitando para enfrentar el problema del reciclado de materiales desechados.

Lo único que me extraña de este vertedero es que no haya salido antes en la prensa, porque con tales adelantos que imagino en su interior puede convertirse en un atractivo turístico de primer orden, algo así como un vertederoturismo con tecnología de puta… de puta madre.

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