El que anuncia se anuncia

El que anuncia se anuncia

Este domingo que viene el Partido Revolucionario Dominicano celebrará su convención  para elegir el candidato presidencial para los comicios del próximo año, 2012.

Todo certamen comicial es una competencia donde se espera que quienes acuden como candidatos jueguen sin cartas marcadas, con transparencia, con respeto por las reglas de juego.

Una de las señales claras y definitivas del juego que se va a jugar a las elecciones son las palabras de los candidatos y de sus principales acólitos.

De la orientación del discurso, de su contenido y de las palabras que se empleen se desprenden muchas lecturas y muchas lecciones.

Ya en la recta final, la desesperación puede ser mala consejera.

Cuando las voces de mal agüero se manifiestan hay que poner ojo avizor sobre lo que se dice y sobre lo que no se dice, sobre lo que se deja ver y sobre lo que se oculta.

Quien participa como actor en el escenario de la política debe saber que sus pasos, sus acciones, sus palabras y sus silencios serán sometidos al escrutinio de los demás.

Los comentarios, las consejas, las propuestas descabelladas, los rumores malsanos y falsos, forman parte del quehacer y del discurso de quienes actúan a la defensiva.

Lógico es pensar que si un candidato, si un grupo, tiene en sus manos los instrumentos que le permiten determinar y prever la victoria, mal puede ese candidato actuar de manera precipitada, en una muestra palpable y visible de que sus aspiraciones no van por buen camino.

En el transcurso de las actividades públicas, privadas, bajo techo, a cielo abierto, el pueblo habla muy claro y su lenguaje es perfectamente  descifrado por quienes están, desde siempre, más cerca de los electores.

Un candidato que tiene la experiencia y ha mostrado valor para enfrentar situaciones delicadas y graves con la mira puesta en el beneficio del país, sin importar que afecten intereses particulares.

Un candidato cuya  honestidad está probada por toda una vida de trabajo y cumplimiento de sus obligaciones, sin haber sido señalado ni tachado por manejos turbios en su quehacer personal y profesional, que tiene calor humano, la demostración de afecto, el conocimiento de cada uno por su nombre o su apodo, las historias en común, las experiencias vividas, el lenguaje llano y claro, la conducta de años, el compañerismo, son algunas de las virtudes que adornan a un candidato.

Además desde siempre,  quien ha demostrado respeto por el Partido Revolucionario Dominicano, el pensamiento de José Francisco Peña Gómez y una indiscutible vocación de unidad es el ingeniero Hipólito Mejía, no hay dudas: votemos el domingo por el mejor.

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