El que juega con candela se quema

El que juega con candela se quema

Muchos se preguntan: ¿por qué el presidente Leonel Fernández abandona a menudo el país para dedicarse a sostener reuniones intrascendentes en el exterior? Concediéndole el beneficio de la duda, habría que analizar diferentes escenarios para tratar de entender el por qué de sus reiteradas ausencias, en particular la que ahora disfruta.

Primero, debe admitirse que el Presidente puede abandonar el país cuando quiera pues no hay disposición legal en contrario. Ahora bien, dentro de toda lógica, eso debía suceder cuando la situación nacional mantuviera un equilibrio estable y no se avizorara crisis alguna.

Segundo, podría ausentarse tranquilamente si el país tuviera funcionarios con autoridad y respeto propios, así como capacidad de decisión y fondos disponibles para resolver cualquier situación crítica imprevista;

Tercero, no habría objeción a que viajara tanto cuando la institucionalidad del Estado fuera tan sólida que permitiera resolver los problemas sociales y políticos sin la participación directa del Presidente de la República;

Cuarto, valdría la pena cualquier ausencia cuando los objetivos concretos a ser logrados en corto plazo fueran altamente provechosos y, por su magnitud e importancia, sólo pudieran ser atendidos por el Presidente mismo;

Sin embargo, cuando se analiza cada uno de estos escenarios, la cruda realidad impide justificar la evasiva política del Presidente.

Primero, la situación nacional no puede estar más desequilibrada de lo que ahora está. El colapso de la generación y distribución de energía eléctrica a nivel nacional es evidente. La situación energética actual es la peor y mayor que se haya experimentado alguna vez. ¿Cómo puede alguien hablar en el exterior de modernidad o progreso cuando el país está a oscuras? Nada de exageraciones: el déficit de generación es tal que ridiculiza las promesas de los funcionarios a quienes se les ha ocurrido opinar sobre esta crisis. ¿Piensa el Presidente de la República que en Oriente Medio alguien puede arriesgarse a invertir en un país que no tiene asegurado el servicio de electricidad porque el gobierno no paga sus deudas con los generadores?

Segundo, en un país presidencialista como República Dominicana y con una estructura gubernamental llena de tránsfugas e incapaces, ningún funcionario del gobierno tiene el respeto ni la autoridad, para enfrentar la enorme crisis de calidad de vida que padecen actualmente los dominicanos. Tampoco existe en el Partido de la Liberación Dominicana un dirigente con la credibilidad suficiente que pudiera plantear soluciones aceptables para este pueblo.

El prestigio de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional está en el punto más bajo de la historia en cuanto a honestidad y credibilidad. Los guardias y los policías carecen de un liderazgo con méritos propios por estar profundamente politizados. La falta de cohesión entre las instituciones ni siquiera les permite amenazar con el uso de la fuerza, en caso de que así se le ordenara, para contener la indignación del sufrido pueblo dominicano.

Tercero, la institucionalidad no existe en República Dominicana. Aquí todo se resuelve por familiaridad o por sumisión hacia el Presidente. Ninguno de los centenares de Secretarios y Subsecretarios de Estado tiene valor ni entereza para cumplir estrictamente con las leyes, si con eso contradice el afán fiscal o politiquero del Poder Ejecutivo.

Cuarto, en cuanto a los objetivos a lograr con el viaje del Presidente Fernández, poco hay que esperar. Otra vez vendrán las promesas de que los jeques árabes invertirán dentro de varios años en energía e islas artificiales. Y continuarán los apagones junto a los fantasiosos discursos asegurando que el blindaje de la economía nacional impedirá que el país sufra los efectos nocivos de la crisis financiera mundial.

Luego de este recorrido analítico, se advierte que un escenario quedó fuera: el de que el presidente Leonel Fernández vive en un estado ilusorio que lo lleva a creer que sus caprichos y sueños de niño tienen algo que ver con la realidad. La fantasiosa burbuja dentro de la que se mueve le impide percibir que este pueblo tiene una capacidad de soporte limitada. Parece considerar que las necesidades básicas del pueblo pueden prolongarse indefinidamente, sin advertir que su actitud evasiva está provocando un descontento difícil de frenar.

Olvidando, además, que el que juega con candela, siempre se quema.

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