El cuento “Dos pesos de agua” escrito por el profesor Juan Bosch alrededor de la mitad del siglo pasado, puede servir de referencia para reflexionar sobre los daños extraordinarios producidos por las inundaciones del pasado viernes en la capital de la República ya que, según la fábula del Profesor, el tributo de dos pesos para comprar y encender velas para que las ánimas del purgatorio enviaran lluvias a un campo, se revirtió porque un diluvio acabó con la vida de la promotora de la ofrenda, ya que, si por dos centavos de velas en esa época se enviaban abundantes lluvias a cualquier zona, debía esperarse que con dos pesos, las lluvias inundaran grandes territorios.
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Lo sucedido el 4 de noviembre en curso fue una tremenda lección para los que no han entendido que sin drenaje pluvial adecuado, esas desgracias y daños se repetirán, porque los responsables de resolver el problema, en vez de usar esos simbólicos “dos pesos” para prevenir desastres los usan para pagar sobornos y otros actos de corrupción.