Tal vez no pueda decirse, en sentido estricto, que empezó con el pie equivocado, pero tampoco que es un buen comienzo iniciar su gestión como alcalde de Santiago con un encontronazo con un periodista del calibre de Esteban Rosario, que no baraja pleito ni se deja intimidar, menos aun por un asunto que quema tan rápido a los políticos del patio como la corrupción nuestra de todos los días. Desde luego, Abel Martínez tiene derecho a sentirse difamado y a actuar en consecuencia, por lo que de ninguna manera deben interpretarse estos comentarios como una petición para que retire la querella que interpuso contra el comunicador en la Cámara de Primera Instancia del distrito judicial de Santiago por sentirse injuriado y difamado a través de las redes sociales. Tampoco como una defensa a Rosario, que no necesita que lo defiendan cuando cree estar en posesión de la verdad. Pero dejemos que él lo diga con sus propias palabras. “Esta querella tiene la intención de callar a todos los periodistas, pero resulta que yo no voy a callar con la piñata que Abel Martínez tiene en el Ayuntamiento de Santiago, distribuyendo obras y recursos sin concurso público como lo establece la ley 176 de los municipios y los distritos municipales”. El comunicador y escritor, quien declaró que no piensa negociar ni conciliar con Martínez, asegura que llevará todas las pruebas de sus denuncias a los tribunales, “donde voy a demostrar la corruptela, la piñata y el botín de guerra que tiene”. Si las cosas llegan tan lejos no hay dudas de que será un juicio muy concurrido que recibirá una amplia cobertura mediática, en el que el flamante alcalde de La Hidalga de los 30 Caballeros podría tener la oportunidad de comprobar por sí mismo porqué su jefe político, el expresidente Leonel Fernández, aconseja no pelearse nunca ni con curas ni con periodistas.