Río de Janeiro. Miles de personas abarrotaron hoy las gradas del emblemático sambódromo de Río de Janeiro y mostraron al mundo la alegría de vivir y el ritmo que corren por las venas de pueblo brasileño, incluso cuando un imponente Don Quijote de veinte metros de alto se convierte en el rey de la fiesta.
Y es que la madrugada de este lunes estuvo marcada por la presencia del ingenioso caballero que fue homenajeado por la ‘escola de samba’ Mocidade, que encontró en su triste figura la inspiración para un desfile “loco y apasionado”, como rezaba la letra de su samba que los miles de participantes cantaban al unísono.
La locura del carnaval y de Don Quijote de la Mancha se fundieron así en un desfile en el que el gran personaje de la literatura española lo mismo combatía molinos de viento, que conquistaba pozos petrolíferos que eran vigilados por una suerte de legisladores sin cabeza, quienes al ser enjaulados arrancaron la ovación de los asistentes.
Los 72.500 asientos de la Avenida Marquês de Sapucaí, nombre oficial del sambódromo de Río de Janeiro, se llenaron hoy para presenciar la primera de las dos noches en las que participan las escuelas del grupo especial, una suerte de primera división, cuyas competidoras aspiran a alzarse con el título al mejor desfile.
La noche comenzó con un homenaje por parte de las doce escuelas de samba del grupo especial, que desfilan en el Sambódromo las noches del domingo y del lunes de carnaval, que dieron inicio a la fiesta con un guiño a los próximos Juegos Olímpicos, que tendrán lugar este próximo mes de agosto en la “Cidade Maravilhosa».
Abrieron la noche las mascotas de los Juegos Olímpicos y de los Paralímpicos, Vinicius y Tom, que iban seguidos de cerca por una pequeña carroza, coronada con la antorcha olímpica y con doce jóvenes abanderadas, cada una portando el emblema de su escuela, que hacían las veces de simpática escolta.