El quirófano con el doctor Nichols

El quirófano con el doctor Nichols

Creemos que se hace necesaria la explicación, de lo que se pregona en el título. Diciendo estoy que estuve, como también lo estuvo Bruno Pimentel, en una sala de cirugía, frente al renombrado galeno norteamericano Henry T. Nichols.

Eso sucedió en febrero de 1961. Cuando se realizó aquí la primera operación a corazón abierto. Se llevó esa operación a avanzados y felices términos, en una de las salas del hospital Salvador B. Gautier, realizándola el médico estadounidense Henry T. Nichols. En el hierático recinto del quirófano, presentes estuvimos en ese extraordinario acontecimiento el compañero Bruno Pimentel y yo, que merced a la benevolencia del capacitado director del diario “Hoy”, he podido más de una vez poner en sintonía el pasado con el presente.

En verdad que no resulta muy fácil, tratar de relatar lo que vi y escuché, hace ya casi medio siglo. De aquello voy a remembrar lo siguiente: Cámaras, micrófonos, técnicos y locutores de La Voz Dominicana, empresa hija de los anhelos progresistas, de un hombre “mitad luz y mitad sombras”. En el lecho de cirugía yacía anestesiada una hermosa mujer española, de edad frisante entre los treinta y dos y los treinta y cinco años. Comenzó la operación sensacional y dentro de mi condición de profano, a la distancia y a través de las brumas de los tiempos, veo cómo el doctor Félix Goico Evangelista, escalpelo en la diestra mano y del lado izquierdo del tórax entre dos costillas práctica una incisión y coloca un aparato separador, para prepararle “el campo operatorio” al doctor Henry T. Nichols. El taumaturgo comienza a realizar sus prodigios quirúrgicos, en la que aquí representa la primera operación de corazón abierto.

Me pareció que el vital órgano de las sístoles y las diástoles había sido paralizado. Si así como escrito está ¡paralizado! Y en su lugar funcionaba una máquina que serviría para la “circulación extracorpórea”. Diríamos que se trataba de algo similar al mismo corazón. Repetimos que era una máquina que realizaba las funciones del corazón y quizás hasta las funciones de los pulmones.

Realmente hasta entonces no había visto nada similar, nada igual, ni siquiera en las pantallas de los cinematógrafos que tanto me encantaba visitar.

Observé que desplegaba atenciones y cuidados para el buen funcionamiento de la máquina o mejor dicho de ese aparato magistral, el capacitado y amable médico Delgado Batlle. Ese memorable día Bruno Pimentel y yo estuvimos auxiliados en esa trascendental tele-transmisión por el doctor  Fanduiz, del cual recibimos muchas valiosas explicaciones. Y además experimentamos una indecible alegría al enterarnos, que la dama de la cirugía se encontraría en buen estado post-operatorio. Esa fue la primera operación de corazón abierto realizada en la República Dominicana. Y de la cual nuestro pueblo fue testigo ocular, porque televisada fue por La Voz Dominicana.

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