El reciente zarpazo haitiano a los dominicanos

El reciente zarpazo haitiano a los dominicanos

 Se nota que el sector empresarial haitiano es el que ha motorizado las trabas haitianas que están estableciendo para frenar un intercambio comercial favorable, desde hace años, a los dominicanos, que se nutren por la cercanía y las excelentes vías de acopio hasta la frontera.

 Y es que ahora el mal agradecimiento medular de los haitianos hacia los dominicanos se agudiza, y por las tantas derrotas que le fueron infligidas hace más de 160 años, las cuales pesan en el orgullo de su nacionalismo a ultranza; desde aquel entonces, a  mediados del siglo  XIX, después de apoderarse de cuatro mil kilómetros cuadrados de territorio dominicano, ha sido una constante de desprecio y humillaciones, debido a que su diplomacia  es más sutil y mejor preparada  que el improvisado servicio exterior dominicano, conocido por su incapacidad y sus botellas.

 Ahora nos llega un nuevo zarpazo del vecino Estado, en que sus empresarios, que vienen a disfrutar semanalmente de nuestros resorts o de sus viviendas en sectores exclusivos de la capital, La Romana o Santiago, se adhieren a la política de agresión del gobierno de Martelly, para incordiarnos y nosotros continuar plañideramente pidiendo clemencia para que los haitianos continúen con sus fronteras abiertas al producto dominicano.

 Después de la veda a los huevos y los pollos, brota la decisión de impedir  el ingreso de los productos  de plásticos a partir del próximo día primero de agosto, conociendo ellos que no tienen la logística aduanal de fiscalizar ese trasiego, que es continuo por la enorme variedad de ese comercio de los productos demandados por la ciudadanía haitiana. Y mientras tanto continua con su éxodo hacia oriente, en olas indetenibles con su traslado hacia Santiago, la capital o el este en la búsqueda de trabajo.

 Haití olvida los sacrificios y acusaciones que recibieron los dominicanos cuando en la década del 90, con los sucesivos golpes de Estado que sucedieron allí, y el embargo impuesto por las Naciones Unidas, el gobierno dominicano mantuvo su frontera abierta para el suministro de combustibles, medicinas y alimentos, evitando una horrible hambruna, y con ello un aumento del éxodo hacia el oriente de la isla.

 Por igual, el aporte dominicano al asistir masivamente a enfrentar los efectos del terremoto de enero del 2010, ha pasado al olvido en la memoria de los haitianos, que destacan con mayor agradecimiento la ayuda cubana con  los hospitales de campaña y  con desprecio aceptaron la universidad construida por el país en las cercanías  de Cabo Haitiano. 

 Es bueno entender  que los haitianos nos desprecian y  buscan cualquier excusa para humillarnos, pese a que ellos son más corruptos que nuestros burócratas, están al acecho  de cualquier  suceso para aplastarnos y obligar a colocarnos en posición supina para dar lástima, y  en nombre de una supuesta  amistad, los dominicanos solicitar clemencia y que no sean tan drásticos, a sabiendas que ellos no podrían aplicar ningún tipo de prohibición para impedir el ingreso de mercancías dominicanas.

 En el fondo, la valentía haitiana para humillarnos es procurar  una forma de lograr que sea el gobierno dominicano que les cobre en la frontera los aranceles a los productos que van hacia ese país, estableciendo programas especiales, que ya los hay para que tal cosa no represente una tarea imposible, y de esa manera, la carencia haitiana de una burocracia preparada,  no alegarían  que su corrupción innata les impide  lograr  los beneficios  que se derivan del comercio insular.

 Los haitianos nos han dado un nuevo  zarpazo al intercambio comercial, debemos estar preparados para los próximos que estarán centrados en los materiales de construcción,  desde el cemento  y varillas de acero hasta la pintura. No nos hagamos ilusiones, si no tenemos una diplomacia capacitada, ellos continuarán humillándonos y nosotros dando lástima, demandando  un mejor trato de un Estado fallido.

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