El recurso de la voluntad

El recurso de la voluntad

De vez en cuando, en el Ministerio de Educación falta el recurso de la voluntad para hacer lo que corresponde. Y en ausencia de ese recurso, de poco serviría que a esa cartera se le otorgue el 4% del PIB o cualquier otra proporción mayor.

Abundan las reseñas acerca de las condiciones antipedagógicas en que se imparte docencia en algunos lugares  del país por falta de locales adecuados.

No debería ocurrir, pero ocurre, que decenas de estudiantes tengan que recibir clases en ranchetas destartaladas con piso de tierra.

Ese es el caso de los   estudiantes del liceo Angel María Santa María, de  Monte Plata, a pesar de que los padres de los estudiantes reunieron para comprar un terreno donde pretenden que el Ministerio de Educación construya el plantel que llevan años solicitando, sin lograrlo.

Parece que una parte del problema de la educación en nuestro país radica en la forma de acomodar las prioridades mientras se pretende más y más recursos financieros.

Es necesario lograr que funcione la voluntad para resolver problemas como las pésimas  condiciones en que estudian estos jóvenes en Monte Plata. Las ranchetas que les sirven de aulas  son una afrenta en un país que aspira a más inversión financiera en educación mientras falta el  recurso de la  voluntad para resolver.

Armonía y eficiencia

La Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) necesita trabajar en armonía y procurar la mayor eficiencia en el manejo de sus recursos. Para lograrlo no necesita huelgas de personal administrativo y docente, y mucho menos el “soporte” violento de un minúsculo puñado de encapuchados que salen a las calles a trastornar el orden. No debe permitir que el endeudamiento irracional la arrincone y afecte sus valiosos servicios.

La UASD tiene que enfocar la mira hacia aspectos que están afectando la calidad docente, como es el caso del alto número de estudiantes que deben concentrarse en aulas pequeñas.

Como academia popular, debe velar porque la formación esté al alcance de todo el que la necesite, pero sin desbordar sus capacidades financieras y académicas. Más que cualquier otra cosa, la UASD necesita armonía y eficiencia.

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