El redescubrimiento de la región fronteriza

El redescubrimiento de la región fronteriza

Fabio Herrera Miniño.

A partir de 1961 la región fronteriza cayó en el olvido y solo era buena para el contrabando, el trasiego de nacionales haitianos que la cruzaban para huir del hambre y falta de trabajo en su país. Ya no era tan solo para participar en la zafra de azúcar que en los meses finales de cada año absorbía a una considerable masa humana llegada de occidente.

Los haitianos primeramente se establecían en bateyes de la región oriental dominicana logrando un magro salario para su manutención. Finalizada la zafra eran retornados a su país. Ya no se traen braceros haitianos, puesto que el país está inundado de esa masa humana extranjera que ocupa no solo los bateyes sino áreas aledañas a las mas importantes ciudades en especial en Higüey y el Cibao.

El haitiano ya no es solo para cortar la caña. Su mano de obra era esencial y mas para las tareas de construcción y en las labores agrícolas como es la siembra de arroz, piña y aguacate. Ya se han trasladado sus habilidades al mortal motoconcho, fuente principal de la cuota de muertes diarias producidas por el uso irresponsable de los motores.

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Durante la Era de Trujillo la frontera estuvo bien cuidada por las fuerzas armadas que los mantenía a buen resguardo después de aquella acción del Corte en el cual cientos de haitianos fueron masacrados a palos en 1937 por lo cual el país pagó una irrisoria suma de dinero. La frontera era la zona de castigo de los militares y funcionarios en desgracia con el régimen trujillista por alguna falta cometida.

A raíz de los incidentes fronterizos de 1937, una escritora haitiana Edwidge Danticat en 1998 escribió una desgarradora novela Cosecha de Huesos con gran difusión en el extranjero y aquí, pese a vivir en democracia, pasó desapercibida. Ella hace un relato novelado de la situación haitiana en el inicio de la Era de Trujillo centrando su narrativa en esa terrible matanza de habitantes de color originarios de Haití. Es una pena que los intelectuales dominicanos hayan rehuido el tema.

Pero ahora en el primer cuarto del siglo XXI, un presidente dominicano, Luis Abinader, ha salido al frente del olvido de la región que hasta las autoridades dejaron perder la carretera que iba desde Duvergé, Puerto Escondido a Pedernales.

La llegada a Cabo Rojo del primer barco cargado de turistas que recorren la región caribeña, es una señal de optimismo y que no solo servirá para el desarrollo de esa franja sino que incorporaría, quiérase o no la población haitiana de Anse a Pitre aledaña a Pedernales. Ha sido una acción optimista y podría dar sus frutos si el Gobierno dominicano mantiene su interés en sostener durante un tiempo a Pedernales para hacerlo atractivo a los turistas. Ahora es una zona inhospitalaria cubierta de carpas para soportar el candente sol de Cabo Rojo, Pedernales y de Bahía de las Aguilas y a la espera del segundo crucero.

El presidente Abinader está apostando al desarrollo turístico de esa marginada zona que en 1943 el Gobierno de Trujillo emitió un extenso decreto cambiando el nombre haitiano a decenas de poblaciones sureñas que tenían el nombre extranjero. Estos cambios y de otros lugares en el país fueron recogidos en la obra de Vicente Tolentino Rojas publicado en la colección de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos en 1993.

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