Llegamos a mediados del mes de marzo, con la aprobación mal que bien de la Ley de Partidos, Agrupaciones y Movimientos Políticos, y la del Régimen Electoral. También para este mes se anunció que el Presidente asumiría públicamente su posición acerca de si honrará esta vez su juramento de respetar la Constitución, o de comerse otro “tiburón podrido”. Pero está pendiente conocer cómo el PLD pretenderá resolver sus profundas contradicciones internas y con la sociedad en su conjunto para tratar de mantenerse en el poder más allá de agosto del año 2020.
Del lado de Danilo Medina está imposibilitado legalmente de postularse a la Presidencia sin antes intentar modificar la Constitución que juró cumplir y hacer cumplir, por lo menos antes de intentar modificarla para lo cual tendría que intentar comprar decenas de congresistas de su propio partido y de la oposición, para alcanzar la mayoría que se requiere de dos terceras partes de cada Cámara del Congreso.
Además, también hay que “desincentivar” a la media decena de sus colaboradores a quienes indujo a postularse, y ganarle a Leonel en las primarias de octubre; para después enfrentarse a una oposición aguerrida y apoyada por gran parte de la sociedad civil en las elecciones de mayo. Lo que luce una empresa casi inalcanzable ante la creciente ola de desprestigio que lo arropa, por la corrupción e impunidad galopantes, la inseguridad ciudadana, el tráfico de inmigrantes, mercancías y drogas; las promesas incumplidas y lo que es peor, el deterioro moral que se ha generado en la población, en medio de la manipulación sistemática de la opinión pública con recursos del Estado.
Del lado de Leonel Fernández, quien fuera presidente por tres períodos y que desde el poder debilitó con malas artes los poderes nacionales y los municipales, así como los dos partidos principales, e hizo millonarios a los altos directivos del PLD, pero que casi todos lo dejaron tan pronto el nuevo Presidente les ofreció más; no tendrá la posibilidad de crear una maquinaria a su servicio, ni de que le crean sus nuevos cuentos chinos.
De manera que para superar ese laberinto en que están metidos para lograr el continuismo y que la gente le crea sus cantos de sirena es poco menos que imposible, sobre todo con un entorno internacional hostil como existe ahora en el Caribe y el mundo.
La hipercentralización del Estado y de las canonjías y el fracaso de la educación y las visitas sorpresas, del transporte y los servicios públicos, la casi total desatención del interior del país, mientras dentro de ciertos grupos se vive la danza de los millones, indican que se acerca la anhelada hora del cambio, para evitar una catástrofe económica y social que ya aparece en la vuelta de la esquina.