El refrán en Santo Domingo

<p>El refrán en Santo Domingo</p>

SERGIO SARITA VALDEZ
Los refranes sintetizan en frases y cortas oraciones la sabiduría que la experiencia permite a los pueblos acumular en el tiempo. Desde los orígenes de la República se registran adagios y proverbios en los cuatro puntos cardinales de la nación. A decir del ilustre investigador histórico criollo don Emilio Rodríguez Demorizi, el Presidente Ulises Heureaux fue quizás el dominicano que utilizó el refrán con mayor frecuencia en la segunda mitad del siglo XIX.

A Lilís se le achacan los siguientes refranes: El hombre ha de saber tres cosas en la vida; saber ser negro, saber ser viejo y saber casarse. El gallo no mata con el pico sino con las espuelas. Saben mucho pero no entienden nada. No hagan gritar la gallina cuando la despluman. Del palo no hay que fijarse en la cáscara sino el corazón. No hay que matar el cuerpo, cuando lo malo que tiene son las uñas.

José Agustín Puig Rodríguez en su Refranero criollo nos dice: Hay hombre pa tó lo presio / unoj caro, otroj barato; / la cuetión ej’aseitai; / ca pié tiene su sapato. Otro de sus refranes en formato decimado es el que transcribimos a continuación: Hay que andai con’ojo aleita, / en’ete mundo maibao; / ei que tiene buena bita, / conoce al cojo sentao. Leamos este consejo en décima: Cuando la noche t’ocura, / e mejoi que nadie saiga; / culebra que t’en su cueva / e difisi de pisaila. Refiriéndose a la sabiduría que proporciona la edad refiere Puig en su estilo: Ei sabei lo dan los’año, / poi la esperiencia yo hablo; / por eso e qu’ei diablo sabe / ma poi viejo que poi diablo. Concluyo, sin desearlo, las citas de Puig Rodríguez con este último refrán versificado: No te empeñe en atraei / aique se aleja de ti, / ej’inutil que tu yame / cuando no te quien oih.

Doy paso al popular decimero cibaeño de la segunda mitad del siglo XIX, Juan Antonio Alix. En su décima La jambre expresa: Si Dios no mete su mano / el hambre nos sacrifica, / el pobre tira su anzuelo / pero el peje no le pica. En Viva la paz nos trae al recuerdo aquello de “Dejarnos como perico en la estaca”, leamos: Y hay quien diga con afán / que ya Perico Lazala, / jamás tirará una bala / por su compadre don Juan. / El araña capitán / que después que le ofreció / la ínsula, se embarcó / a gozar a Puerto Rico, / y al infeliz Perico / en la estaca lo dejó.

En Lamentaciones nos versifica Alix: Pues el mucho pretender / Y ese orgullo mal fundado, / No da ningún resultado; / Pero ni luce ni cabe / Donde todo el mundo sabe / Del pie que uno ha cojeado. En “La oreja de Ñico el loco” nos rima: Estas coplas las publico / Para que el mundo lo sepa, / Que aquí se vive de chepa / Tanto el pobre como el rico. En “El bale Juan y el bale José” relata Juan Antonio: Y poique ha de sei quei chico / Ha de caigai con ei peso, / Si ei grande no fuma eso / ¡Y etá gozando en su casa! Ei que se coma la masa / No e malo que rulla ei gueso.

Manteniendo las distancias y respetando los géneros literarios se podría establecer la analogía entre la variedad de temas y uso que se les puede dar a los refranes criollos como libros, capítulos y versículos hay en la Biblia. Nuestro libro sagrado contiene tópicos y expresiones que aplican a cada situación social de la vida. Usted encuentra allí argumentos a favor o en contra de lo que usted desee. Asimismo, el refranero dominicano es como una caja de herramientas de mecánica de donde podemos extraer el refrán que más acomode como argumento para justificar nuestro accionar. Con el uso juicioso, oportuno y ético de ese gran libro filosófico de la vida popular nacional podemos contribuir a una convivencia armoniosa y saludable para los que han sido transfundidos con la savia nacional dominicana.

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