El regalo de Navidad de Juan Hubieres

El regalo de Navidad de Juan Hubieres

Este martes pasado Juan Hubieres, un hombre inteligente, valiente, decidido y preocupado por el bienestar del pueblo, nos ofreció un excelente regalo de Navidad, cargado de lecciones importantes que debíamos aprovechar al máximo. Todos sabemos que Juan Hubieres es un hombre que sabe lo que quiere y sabe dónde va.
Recordé esa mañana aquel excelente reportaje escrito por Gabriel García Márquez titulado “Caracas sin agua” en el cual relata las dificultades que provocaba el colapso del suministro de agua a una ciudad tan populosa y extensa como era la Caracas de la década de 1950.
En el caso de la lección de Hubieres se trata de lo que ocurrió en el casco de Santo Domingo con el tránsito, fruto de un muy justo y necesario paro de transporte público, en reclamo de un precio justo para los combustibles debido al abuso sostenido y constante con el costo de los mismos. Algunos expertos dicen que pagamos el precio más alto de América y, aunque no lo sea, es abusivo.
Las grandes avenidas y las calles eran deliciosamente transitables. No había la miríada de carros, en buen estado o desvencijados, cruzándose en las vías sin respetar las leyes de tránsito ni el caminar de la gente que teme pasar de una acera a otra por temor a que un desconsiderado conductor nos atropelle al atravesar la calle, en disputa por conseguir un pasajero.
El martes se transitaba con libertad, sin sobresaltos, guagüitas, autobuses medianos, automóviles públicos, estaban fuera de servicio.
El tránsito fluía de manera tan normal que ni siquiera la intervención imprudente, absurda y necia de los policías de la Autoridad Metropolitana de Transporte dañaron el día. No sustituyeron los semáforos y eso bastó para que el tránsito fuera más fluido.
El regalo de Navidad del inteligente y eficiente Juan Hubieres estaba logrado y nos ofrecía varias lecciones.
La primera es que, con menos vehículos de pocos pasajeros en el transporte público, la ciudad es más vivible.
Hay que introducir vehículos de transporte colectivo sometidos constantemente a un mantenimiento de limpieza, sin malos olores, con asientos confortables, con choferes entrenados no sólo en la conducción de los mismos y sino también en la buena educación y el respeto que merecen los pasajeros.
La otra gran lección que nos enseñó Juan Hubieres con su regalo de Navidad fue el mal gasto de dinero en unidades para el servicio familiar debido a la falta de un transporte colectivo decente, pero ese es otro tema, para otro día.
Da pena ver los millones de dólares en vehículos estacionados ocho de la mañana a cinco de la tarde, por falta de un transporte colectivo adecuado.
Mientras, gracias Juan Hubieres.

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