-II-
En su libro Crisis de la democracia de América en la República Dominicana (1964), el profesor Juan Bosch explicó:
“La llegada de los delegados del PRD a Santo Domingo le dio sentido político al 30 de mayo. Sin el 5 de julio, el 30 de mayo era una fecha aislada, aunque heroica, perdida en una espantosa noche de terror.”
Más adelante observa que “La delegación del PRD rompió el hechizo del miedo que separaba a los dominicanos, a cada uno de todos los demás , y también a todos los dominicanos del resto del mundo, y le comunicó movimiento histórico al acto del 30 de mayo. Lo que habían hecho los valientes del 30 de mayo comenzó a fluir en la historia; dejó de ser un suceso aislado por el terror y pasó a tener categoría de punto de partida hacia una nueva etapa de la vida dominicana”.
Claro, es indiscutible el rol jugado en ese momento por la delegación de exiliados que llegó el 5 de julio (Angel Miolán, Nicolás Silfa y Ramón Castillo), con toda la carga de organización partidaria contra el Trujillato y otras dictaduras del continente, que traín consigo, como las de Fulgencio Batista, en Cuba, y Anastasio Somoza, en Nicaragua, donde fue abatido el militante perredeísta Amado Soler.
Incluso, en su obra Trujillo, causas de una tiranía sin ejemplo (1959), estampa esta dedicatoria: “A la memoria de dos dominicanos que sellaron con la muerte su amor a las libertades democráticas en nuestra América: Amado Soler, asesinado en Managua por la tiranía somocista, en el mes de abril de 1954; (y) Pablo Martínez, asesinado en La Habana en el mes de marzo de 1958”.
Y en otra parte de su caracterización del momento político que se vivía entonces, que él califica de hora crítica, en el ya citado Crisis de la democracia…, afirma:
“Muchas de las incidencias de esos días figuran en los periódicos; pero no figuran las tensiones calladas, las horas de amargura y de angustia, los documentos con que valientemente se reclamó del Gobierno la disolución de cuerpos de matones -mazorcas antillanas del siglo XX- como los Jinetes del Este y los Cocuyos de la Cordillera”. (Estos últimos operaban en Bonao y otras partes del Cibao, organización creada y mantenida por José Arismendi Trujillo –Petán-).
Pero, en realidad, quien le dio sentido político de la Política con mayúsculas al acontecimiento del 30 de mayo y convirtió ese momento en lo que él llama “una nueva etapa de la vida dominicana”, fue el propio Bosch, quien no solo era un escritor y una figura intelectual reconocida y con prestigio internacional, sino que, además, era el luchador antitrujillista más destacado, como organizador de movimientos operativos, y en el campo intelectual, aspecto este último en que se destacan su ya citada radiografía de la dictadura dominicana; sus innúmeras conferencias y sus artículos aparecidos en diversas publicaciones del hemisferio americano.
Era tal su peso como líder fundamental de ese momento, que el propio tirano Rafael Leónidas llegó a afirmar que Bosch era el único de todos los exiliados que podía llegar a la presidencia de la República.
Fue tan cierto ese juicio del dictador, que a pesar de que ya en esa etapa post ajusticiamiento de Trujillo otros dirigentes políticos venían desarrollando su quehacer partidario, fue Bosch el que logró triunfar en las elecciones del 20 de diciembre de 1962.