El reinado de Miguel Vargas

El reinado de Miguel Vargas

Cuando Miguel Vargas ganó abrumadoramente la candidatura presidencial del PRD para las elecciones de 2008 y la presidencia del partido en el 2009, se publicitó ampliamente su fuerte liderazgo.

Sin embargo, su reinado en el perredeísmo ha sido débil. ¿Qué explica esta paradoja? Unas razones derivan de su propio entorno, otras del PRD, y otras del PLD.

Como líder político, Vargas carece de tres elementos que han sido fundamentales para el ascenso de los líderes políticos dominicanos en el post-trujillismo.

La formación intelectual en la política que tuvo Juan Bosch, Joaquín Balaguer, José F. Peña Gómez, y en el reemplazo, Leonel Fernández. El carisma popular que tuvo Bosch y Peña Gómez. El fuerte vínculo con segmentos claves de la élite empresarial tradicional que tuvo Balaguer, Antonio Guzmán, Salvador Jorge Blanco e Hipólito Mejía. Estos tres últimos contaron además con el apoyo directo de Peña Gómez.

Vargas ascendió en el PRD en un momento de gran vacío de liderazgo después de la debacle del gobierno de Hipólito Mejía, porque contaba con los recursos económicos para sostener una costosa maquinaria partidaria a la deriva.

Una vez posicionado dentro del PRD, los estrategas de Vargas (algunos recién llegados) desdeñaron del perredeísmo histórico, y diseñaron un supuesto “nuevo PRD” que procura “limpieza y pureza” con respecto al pasado. Buscan debilitar la democracia interna para evitar el caos que supuestamente genera la disidencia, y buscan la desconexión con las masas para consolidar vínculos con sectores de poder empresarial y eclesial.

Pero las masas y la disidencia han sido consustanciales al PRD, y una renovación de impacto político-electoral no puede reprimir esas características. Debe articularlas a través de un proyecto democrático, no elitista, que genere ilusión popular.

La situación de Vargas es también difícil en su partido porque los contrincantes internos tienen pocos incentivos para ser partícipes de un proyecto que les ha excluido. Directa o indirectamente hacen oposición y esperan su tiempo. Si el PRD no avanza en el 2010, pedirán cabezas.

El PLD, por su parte, ha dado muestras de manejar a su antojo el PRD. Recurrentemente ha utilizado una simple estrategia de campaña que consiste en burlarse de la oposición. Leonel Fernández se negó a debatir con Miguel Vargas en el 2008 arguyendo falta de conceptualización, y ahora los candidatos a senadores peledeístas en provincias importantes también se niegan.

Además, cuando el PRD hace críticas al gobierno, siempre aparece un respondón en el Palacio, un ministerio o el Congreso que recuerda cuán mala era la situación del país cuando el PRD gobernaba. De eso hace seis años y todavía el argumento es pilar de la estrategia peledeísta para mantener al PRD disminuido.

En la reforma constitucional, Leonel Fernández hizo al PRD cómplice de su proyecto al ungir a Miguel Vargas para que impusiera su mandato en el perredeísmo. Pero en la proclamación de la nueva Constitución, con Vargas sentado en el auditorio del Congreso, el presidente Fernández no lo mencionó cuando señaló que la reforma había contado con el apoyo de todas las fuerzas políticas. No fue cordial el Presidente, pero sí consistente con su estrategia de disminuir el estatus del dirigente opositor.

La política está llena de desplantes y por eso no hay que fallar. En lo que no se puede errar muchas veces es en el arte de ilusionar al pueblo. Ahí radica el desafío de Miguel Vargas en mayo de 2010, aunque no sea candidato. Si al PRD no le va mal, Vargas mantendrá su reinado; de lo contrario, vendrán tiempos difíciles para él y su partido.

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