En el boxeo profesional moderno, principalmente durante la mayor parte del siglo XX y en lo que va del actual, en ocasiones en que se han organizado sonados combates entre extraordinarias figuras del ring, se ha acuñado la denominación “La Pelea del Siglo”, que además aporta como atractivo promocional y mercantil.
En la pasada centuria por lo menos una docena de estas confrontaciones titulares fueron bautizadas con dicha expresión. Otros choques no tuvieron tal denominación pero por su gran expectación y la fama de los contendores, los analistas terminaron otorgándoles un estatus similar.
El primer choque en la historia aclamado como “La Pelea del Siglo” fue el 2 de julio de 1921 entre el Jack Dempsey, el poderoso campeón mundial pesado y el carismático retador Georges Carpentier, de Francia, campeón europeo. Al encuentro asistieron más de noventa mil personas en un estadio de madera construido por el legendario promotor Tex Rickard.
Era la mayor multitud que se había reunido jamás para ver un evento deportivo de cualquier tipo. Los ingresos de taquilla superaron un millón seiscientos mil dólares. Según los términos del contrato, a Dempsey se le garantizó una bolsa de trescientos mil dólares y a Carpentier doscientos mil.
La pelea no fue equilibrada pues el estadounidense era un hombre de 190 libras de puro músculos con una explosiva pegada; su contrincante apenas pesaba 170 libras. Sus acometidas hicieron poco daño en la anatomía del monarca. El final llegó a los cincuenta y siete segundos del cuarto asalto.
En la postrimería del siglo XX se realizó una encuesta entre los más calificados expertos sobre la mejor pelea de ese periodo, siendo seleccionado el tercer encuentro entre Muhammad Alí y Joe Frazier, que tuvo lugar en Manila el 1 de octubre de 1975, ganada por el primero en 14 asaltos.
No siempre las grandes citas han llenado las expectativas. El caso más reciente de una “Pelea del Siglo” (correspondiente a esta centuria que apenas ha recorrido tres lustros) enfrentó a Floyd Mayweather Jr. y a Manny Pacquiao en la división superwelter el pasado 2 de mayo en Las Vegas, Nevada, los dos pugilistas más cotizados de la actualidad. El primero ha reinado en cinco divisiones distintas y el segundo en ocho.
La épica batalla que los fanáticos esperaban, devino en un sainete en el que no hubo dramatismo ni encaje de estilos; aunque el norteamericano fue favorecido por una amplia (sic) decisión, no se comportó a la altura, siendo tímido en el ataque y rehuyendo las iniciativas de su contrincante.
En el aspecto financiero, las cosas salieron de maravillas, al extremo de convertirse en la pelea de mayor ingreso de la historia con más de 400 millones de dólares en ingresos, con una bolsa de más de 200 millones para Floyd y más de 100 para el filipino.
Las perspectivas del negocio-deporte quedaron ensombrecidas a los pocos días del evento. El equipo de Pacquiao con su habilidoso promotor Bob Arum a la cabeza, reconoció que su pupilo había subido al ring lesionado, lo que destapó una polémica. La Comisión Atlética de Nevada abrió una investigación por vía de la fiscalía. Se conjetura que no se dijo la verdad para evitar la suspensión del match pensando en el gran dinero que ya estaba comprometido. El escándalo ha generado una serie de demandas en justicia de mucha gente que pagó y se siente burlada.
Pacquiao ya fue sometido a una operación en su hombro que según los médicos podría tomarle un año para rehabilitarse, mientras que Mayweather, habló sobre su último compromiso para su retiro definitivo. La salida de estos astros que han sostenido el gran negocio, provocará un reflujo económico y acelerará la etapa de decadencia que viene arrastrando el boxeo en los últimos tiempos, debido a la mediocridad y falta de carisma de la mayoría de los pugilistas de hoy en día (Continuaremos).