El relevo chino

El relevo chino

La estrategia del presidente Donald Trump para recolocar la política norteamericana en una proyección de “Estados Unidos primero” en tanto avanza en alcanzar ese objetivo como expresión de política interna, a la vez, parece reposicionar a “China primero” en el plano geopolítico mundial. Más allá del avance impetuoso chino en lo que va de siglo XXI proyectándose como actor internacional de primerísimo orden, la nueva política estadounidense sustentada en una práctica proteccionista y repliegue de temas claves de la agenda mundial, parecen allanarle el camino a China Popular para alzarse con un verdadero liderazgo mundial.
Desde 2009 la economía china pasó a ser el primer exportador del mundo y en 2015 el FMI certificó que por su volumen la economía del gigante asiático había pasado a ser la mayor del mundo aunque la economía estadounidense sigue siendo la más importante y seguirá siéndolo por varios años. Estados Unidos demoró más de 70 años desde el momento en que se convirtió en la economía más grande del globo – 1872 – hasta que se erigió como la más importante, posterior a la Segunda Guerra Mundial y la reunión de Bretton Woods, de la cual el dólar surgió como eje del sistema financiero global. Ahora, contra todo pronóstico, el líder de un gobierno de filiación comunista – pero con potente y dinámica economía de mercado – concurrió a Davos, escenario élite de la economía planetaria, a defender el libre comercio y los procesos globales. El dólar habrá de ser “el dólar” por los siglos de los siglos pero cada día el yuan chino se introduce con fuerza en los flujos internacionales y se va consolidando. Ineludiblemente, no está muy lejos el día en que ambas monedas convivan compartiendo un liderazgo financiero. El país que hace 50 años sufrió hambruna ya registra menos de 10% de pobreza y se ha volcado a forjar la economía interna como motor de su desarrollo sin dejar de ser la “fábrica del mundo”. El escenario chino reclama cada vez más la anfitrionía de eventos estratégicos: en 2016 fue sede del G-20, acaba de acoger la cumbre de los BRICS – que aunque perdió un poco de brillo con la crisis global y los problemas internos de algunos de sus integrantes, habrá de jugar un rol estelar -; en mayo organizó otra cumbre para exponer su proyecto de Nueva Ruta de la Seda que la convertirá en eje económico global, aunque no les guste reconocerlo así por su tradicional parsimonia. Se trata de una red de infraestructuras ferroviarias y marítimas que interconectan a casi todo el mundo con China. El proyecto chino en Haití pudiera ser un eslabón del mismo.
En tanto se posiciona como economía pivote – ya es el principal socio comercial de 120 naciones, grandes y pequeñas – se pronuncia por reforzar la multipolaridad sustentada en lo que denomina “comunidad de destino compartido”. No hay dudas, China ha recibido el bastón de relevo del último corredor y se ha lanzado hacia la meta.