El relevo del general

<P>El relevo del general</P>

El presidente Barack Obama, ejerciendo la prerrogativa de Supremo Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de su nación, procedió a sustituir, el 23 de este mes, al general de tres estrellas Stanley McChrystal, como comandante de las tropas norteamericanas y de la OTAN en Afganistán, comandando a 142 mil soldados.

La víspera, el célebre general, reputado de genio, que se aduce, “ganó” la guerra de Iraq, una inventiva enquistada en la novela de ficción, ciertamente “se le corrió el seguro”, al declarar irreflexivamente, a una revistica sin nivel llamada Roling Stone, juicios de valores cuestionando las directrices de su comandante en jefe, del vicepresidente Joe Biden, del ministro de Defensa Bill Gates y del jefe de Estado Mayor Conjunto, almirante Mike Mullen.

De inmediato, el presidente Obama citó al general McChrystal al Despacho Oval y en un diálogo de media hora, le comunicó su destitución, para preservar la potestad solemne como inquebrantable de la cadena de mandos, y ajustar las tuercas en la maquinaria de la disciplina, tan consubstancial en las barracas, y designando en su puesto al general David Petraeus, jefe del comando de Oriente Próximo, general de cuatro estrellas.

La “gran victoria” de McChrystal en Iraq fue apresar al presidente Saddan Hussein, delatado por un íntimo, y en Afganistán pagar sobornos a integrantes talibanes para permitir el paso de convoyes de avituallamiento a las tropas, en una guerra que conjuntamente con la de Iraq, ambas perdidas, cuesta al contribuyente norteamericano la bicoca de US$700 mil mm anual, y donde McChristal no ha podido penetrar ni en Marjah ni en Kandahar, el mayor bastión del Talibán, mucho menos controlar la profunda corrupción del presidente Hamid Karzai.

Su relevo, difícil opción para el presidente Obama,  reitera la consigna de que en la guardia todos son necesarios pero nadie imprescindible, y recuerda lo propio hecho por el entonces presidente Harry Truman, el gobernante que estrenó la guerra nuclear en Hiroshima y Nagasaki, cuando relevó al general de cinco estrellas Douglas MacCarthur en Corea, porque pretendía lanzar una bomba atómica al norte del río Yalú, sustituyéndolo por el general Matthew B. Ridgway.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas