El reloj biológico una bomba de salud

El reloj biológico una bomba de salud

POR ANNA JIMÉNEZ
Muchas de las funciones vitales de nuestro organismo son dirigidas por sistemas muy complejos, donde células y otras sustancias «obedecen» y «siguen el ritmo» de un mecanismo preciso y constante.

Es lo que conocemos como el reloj biológico humano, el cual, si llega a fallar, puede ocasionar importantes trastornos de comportamiento: sueño, depresión, pérdida de la memoria y cansancio, entre otros.

¿Te ha sucedido alguna vez que, al viajar a otro país, te cuesta muchísimo adaptarte a su horario? Andas cansado, con sueño, medio despistado, pierdes la memoria y hasta te da hambre a horas que jamás antes se te habría ocurrido comer algo… ¡y te ocurre lo mismo cuando se producen los cambios de hora en Estados Unidos o en República Dominicana.

Así como tu «vida social», tu trabajo y tus estudios están regidos por el tiempo que dictan los calendarios y relojes, un sinnúmero de funciones vitales dentro de nuestro organismo son dirigidas por el ritmo de lo que se conoce como nuestros «relojes biológicos».

Se trata de sistemas muy complejos donde la actividad de ciertas células y sustancias obedece, como las manecillas y las cuerdas de un reloj, a un mecanismo preciso y constante que cuando falla ocasiona en las personas trastornos de sueño, depresión o esfuerzos especiales con el solo fin de «ajustarse», por ejemplo, a los horarios de otros países.

Existe una disciplina de la ciencia – que se encuentra en pleno desarrollo – llamada «cronobiología», que estudia cómo influye el tiempo en los ritmos biológicos.

Así, por ejemplo, se ha podido establecer que el funcionamiento del reloj biológico puede resultar determinante para explicar el porqué del bajo rendimiento que muestran muchos deportistas de primer nivel cuando tienen que viajar al otro extremo del planeta para participar en alguna competencia.

Como ves, es una cosa que va mucho más allá de las explicaciones convencionales sobre tácticas y estrategias de juego, hay muchos detalles que deben tomarse en cuenta y lo sorprendente del caso es que muchas de ellas dependen de nuestro reloj biológico y qué tanto sepamos de este.

¡Sincronicémonos!

Pese a que los ritmos biológicos son conocidos desde hace 300 años, generalmente se les había relacionado con eventos geológicos como la noche y el día, o el verano y el invierno, ligados a la rotación de la Tierra.

Por lo mismo, para la fisiología, la ocurrencia de eventos temporales dentro del organismo fue toda una curiosidad.

Recién hace 30 años se descubrió que la alteración o desaparición de un pequeño sitio del cerebro, llamado núcleo supraquiasmático, altera los ritmos del organismo.

Y este hallazgo fue la primera evidencia de que en el cerebro hay un reloj maestro que rige muchos de nuestros mecanismos básicos.

Este núcleo es uno de los relojes biológicos de nuestro organismo y rige buena parte de los fenómenos temporales ligados al sueño, a la adaptación en el tiempo y a la depresión.

El reloj biológico es un sistema capaz de generar un orden temporal en las actividades del organismo, oscila con un período regular y utiliza las oscilaciones como referencia temporal interna.

Los relojes biológicos poseen también medios para medir el tiempo (cronometría), su medición la realizan con relación a ciertas claves ambientales (esto les permite reconocer la hora local), utilizan la información temporal para controlar aspectos bioquímicos, fisiológicos y conductuales, y mecanismos neuronales para la transmisión de la ritmicidad.

El reloj biólogico y los viajes espaciales

Tomando en cuenta lo de nuesto reloj biológico, los científicos están un poco preocupados, ya que éste sería una de las principales dificultades para el desarrollo de la exploración espacial.

Y es que mientras el cuerpo de un hombre está acostumbrado a un ciclo diario de 24 horas, el día en Marte, por ejemplo, posee 39 minutos extras, un factor al cual los astronautas no podrían acostumbrarse fácilmente, sufriendo también problemas de adaptación.

 Así lo dijeron expertos del Imperial College de Londres, quienes analizaron el tema junto al Instituto de Investigación Biomédica Espacial de Estados Unidos.

 La cosa es más o menos así: El reloj interno tiene un período de 24 horas y 11 minutos, el cual se va regulando con los amaneceres y atardeceres.

 Pero los bajos niveles de luz durante un viaje espacial podrían alterar seriamente ese ritmo, y el éxito del vuelo espacial humano depende de que los astronautas permanezcan alertas mientras operan equipos muy complejos.

 Un factor importantísimo para lo anterior, es tener un período de sueño adecuado, tomando en cuenta que la tripulación en el espacio duerme un promedio de dos horas menos al día de lo normal.

Hoy, gracias a la cronobiología, se sabe que una de las principales variantes (o vías de comunicación) de estos relojes biológicos es la luz solar, lo que explica porqué las personas se despiertan y se duermen en determinadas horas, por qué existen individuos noctámbulos y otros mañaneros, o por qué nos da hambre a diferentes horas.

Y mucho ojo, que en relación a lo anterior, no somos tan libres de comer lo que queramos, ya que cuando una persona se levanta, por ejemplo, con ganas de tomar jugo de naranja, o comer una manzana es porque hay algo en el cerebro que nos marca esa necesidad y que tiene que ver con el reloj biológico.

Otro ejemplo: está comprobado que para reducir los efectos tóxicos de la aspirina y reducir las úlceras es conveniente consumirlas durante la tarde o la noche y no antes.

Así las cosas, queda más que demostrado que los seres humanos somos seres «temporales» , por lo que cualquier alteración en nuestro ritmo de vida habitual, como por ejemplo, estudiar y trabajar hasta altas horas de la noche, o viajar a países distantes, puede generar trastornos en el comportamiento.

Y un dato no menor: se ha calculado que el ser humano requiere en promedio un día por hora de desincronización para volver a regular su ritmo biológico.

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