El resonar de Beethoven con la orquesta Wiener Akademie

El resonar de Beethoven con la orquesta Wiener Akademie

Viajar en el tiempo en alas de la música fue una grata experiencia que nos proporcionó la Orquesta Wiener Akademie, dirigida por el maestro austríaco Martin Haselböck, en sus dos conciertos ofrecidos en el Teatro Nacional, con el auspicio de la Fundación Sinfonía.
Ciertamente no estábamos escuchando nada nuevo; todo lo contrario, era música de Ludwig Van Beethoven, uno de los compositores más conocidos por generaciones y específicamente por sus famosas sinfonías; sin embargo, el sonido que brotaba de esta orquesta poco convencional, nos proporcionaba una experiencia nueva, y era justo lo que pretendían el director y su reducida orquesta: devolvernos la sonoridad y estilo propios del momento en que fueron estrenadas estas sinfonías en Viena, a principios del XIX, utilizando para ello instrumentos de la época y una original colocación de los músicos en el escenario, la mayoría de pie.
Con la Primera Sinfonía en do mayor inicia la esperada noche musical. Un lento “Adagio molto” es el preludio. Surge la música con energía sobre un primer tema, continúa un segundo tema melódico, refinado. El “Adagio cantábile con moto”, inicia con un tema expuesto por los violines, seguido de violas y chelos, luego se une el resto de la orquesta.

El “timbal” adquiere protagonismo. El “Menuetto” para el “Allegro”, y su tiempo acelerado, es toda una novedad para entonces. El cuarto movimiento “Adagio. Allegro molto e vivace” produce emociones desbordantes… nacía un nuevo siglo.
El programa cierra con la Tercera Sinfonía en mi bemol mayor “Heroica”. Considerada como el amanecer del romanticismo, inicialmente estuvo dedicada a Napoleón y fue llamada “Bonaparte”, pero el hombre cambia, el ideal permanece, Beethoven, decepcionado del hombre la llamó “Heroica”.

El primer movimiento “Allegro con brío”, es extenso y de elaborado desarrollo temático. En “La marcha fúnebre” del “Adagio assai” aún hay referencias al “héroe”. El “Finale” considerado por muchos entendidos como “un milagro musical”, contiene una melodía de contradanza, aparentemente trivial, que termina convirtiéndose en un tema con variaciones ingeniosas.
Martin Haselböck, director apasionado, logra una interacción efectiva con la reducida orquesta, sorteando algunos desequilibrios y veloces “tempos”.
El entusiasmo del público obliga a un “encoré” escuchamos entonces el segundo movimiento de la Octava Sinfonía. Finalizaba una noche musical singular.
La segunda noche abre con la Obertura de “Las criaturas de Prometeo”. Este ballet heroico-alegórico, único compuesto por Beethoven, está basado en la leyenda de Prometeo, titán que roba el fuego de los dioses para entregárselo a los hombres.
El ballet, llevado a escena en 1801 por Salvador Viganò en Viena, constituyó uno de los momentos más elevados de la danza. La Obertura, con vida propia, es parte del repertorio de las grandes orquestas. La pieza abre con una tranquila melodía expuesta por el viento-madera. Los violines, en rápidas figuraciones, inician el “Allegro”.
A continuación escuchamos la Octava sinfonía, la más breve de las nueve sinfonías, considerada una obra desenvuelta con rasgos de humor, donde el compositor utiliza la forma del “minueto”. En el segundo movimiento, la madera imita el sonido del metrónomo de Mäzel, recién inventado.
El concierto cierra con la Séptima sinfonía, una de las más populares, del genio de Bonn, con múltiples interpretaciones. Cuando Ricardo Wagner considera esta sinfonía como la “apoteosis de la danza” se refiere al “brío rítmico de los movimientos extremos”.
El ritmo, mucho más marcado que en las otras sinfonías, es elemento esencial. La orquesta responde con buen nivel sonoro, las cuerdas con sonido denso, por momentos son ligeramente opacadas, pero nada que obstruya la frondosidad del bosque.
Esperamos una nueva visita de la “Orquesta Wiener Akademie” para disfrutar de su particular música.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas