El Resplandor de los Bienaventurados

El Resplandor de los Bienaventurados

Inmediatamente Jesús es impactado por las necesidades de quien vive en el desierto sin comer por 40 días y 40 noches, Satanás lo tienta con ofertas diabólicas. Entre estas se distingue aquella de darle riquezas, grandezas y maravillas de las naciones del mundo, si se arrodilla y lo adora. Quien desea opulencias necesita muchas veces postrarse ante el mal. Jesús, al tiempo de concluir el ayuno y las tentaciones, expone el más trascendente de los discursos éticos pronunciados jamás, el Sermón de la Montaña: Las Bienaventuranzas.
En Cuaresma y en momentos donde los estilos de conducir el Estado se colocan en la Picota; en una coyuntura sin par, Dante Alighieri llega a Santiago inscrito en la alucinante xilografía de Salvador Dalí. La Divina Comedia discurre en el Centro León, mientras las cabezas de supuestos ajusticiables por corrupción son mostradas publicamente. Dalí prueba que el “Resplandor de los Bienaventurados” es el aura de aquellos limpios de corazón que aunque tienen hambre y sed de justicia, saben que varios acusadores de hoy purgan crímenes; diversos imputados son culpables de toda culpa y otros al intentar hacer el bien, se descarrilaron.
Con licencia surrealista, Dalí describe el viaje del poeta Dante, acompañado por la Fe, y la Razón. Ambas conducen a Dante por Infierno, Purgatorio y Paraíso. Una lógica literaria y gráfica trazada a propósito por el poeta, en los finales de la edad media, poco antes de que Europa transitara al período renacentista.
Jesús anuncia: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos”. Jamás se había reflexionado así. La pobreza no es un bien en sí mismo, como la riqueza no es un mal. No es el simple hecho de ser pobres lo que nos hace “bienaventurados”, sino una actitud respecto a los bienes materiales, un modo de vivir. Se puede ser pobre lleno de malas pasiones, envidias y odios, igualmente rico con humildad, generosidad y desprendimiento. “Bienaventurados son los puros de corazón, los que siembran la paz y los mansos”.
En el “Suplicio de los Hipócritas”, Dalí grafica el castigo de quien “esconde con máscaras sus verdadero interés”. Finge virtud, aparenta cualidad y manifiesta intereses que no posee. De ahí que “las sombras” se pinten en las puertas del Averno, en la perspectiva de los hipócritas. Dante subraya y Dalí grafica: “Vosotros que entráis al Infierno, abandonad toda esperanza”.
Las mágicas xilografías dedicadas a los infiernos de ladrones, falsificadores, avaros, prevaricadores, fraudulentos y usureros son magistrales. Esos que están destinados al mundo de las tinieblas, tienen hoy mucha vigencia. Dalí combina forma y fondo al matizar diversos estados perversos imaginados por figuras muscolosas que nunca miran frente a frente. Finalmente, la pintura que motiva nuestra colaboración “El Resplandor de los Bienaventurados” compila esa expresión de color, paz, felicidad y disposición para las buenas causas.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas