Funcionarios que se benefician del desorden institucional que prevalece en la sociedad dominicana, producto de las malas prácticas en el manejo del presupuesto y la continuación de personas en puesto claves del Estado lo han convertido en faraones modernos, que violan las leyes y afectan a los ciudadanos.
Lo sucedido el pasado domingo en el estadio Quisqueya nos revela la supremacía de las figuras que nos dirigen, que bajo la soberbia del poder no toleran ninguna crítica a su manejo como empleado del Estado.
El accionar del presidente de la Cámara de Diputados frente a la expresión de un ciudadano no hace reflexionar y nos convoca a reafirmar la lucha de cambiar el modelo de gobierno que hoy nos dirige.
Si ponemos como ejemplo de los abucheos, realizados a Donald Trump en el estadio de lo Nacionales de Washington y donde no hubo ninguna represaría hacia los que actuaron en contra del presidente de los Estados Unidos, nos dice que aquí la democracia está de vacaciones o se mudó a otra nación.
La intolerancia a ser criticado por su desempeño como funcionario no es de un demócrata, lo visto allí fue una absurda demostración de la falta de respecto a la ley.
La sociedad debe mirar las acciones de quienes hemos elegidos para que administre nuestro estado, tenemos que exigir a nuestra autoridades como empleados del estado un comportamiento ejemplar.
El que Máximo Eladio Peña, haya sido acusado presuntamente de haber vociferado contra el presidente de la Cámara de Diputados, Radhamés Camacho, durante un partido de béisbol, nos dice mucho.
Estas son malas prácticas que como sociedad no podemos tolerar, tenemos que poner un pare a las autoridades que hoy nos admitirán, por lo que el año que viene cada dominicano y dominicana debe hacer valer su voz en las elecciones.
República Dominicana tiene que cambiar de manera significativa y eso lo logremos eliminando las malas prácticas en el sistema de gobierno.