El retiro
Tragedia para los peloteros

<STRONG>El retiro<BR></STRONG>Tragedia para los peloteros

ESPN. Alguna vez se han preguntado ¿Qué pasaría si el destino los golpeara de repente y sus vidas cambiaran de forma radical? ¿O si fueran forzados a dejar la profesión que tanto aman y a la que se han dedicado toda la vida? Quizás esa sea la pesadilla más grande para muchos seres humanos, pero para algunos de nosotros esa visión es más que un simple sueño que nos atemoriza.

«El sólo pensarlo me asusta, sería agonizante, es como morir a cuentagotas», me dijo un jugador hace un tiempo atrás, durante una práctica de bateo.

¿Por qué dices eso? Le pregunté al escuchar su comentario.

El joven jugador perdió su mirada en el horizonte y con voz nostálgica respondió: «Este es quizás uno de los trabajos más hermosos que puede tener un ser humano, pero a la vez uno de los más crueles; tu carrera y el bienestar de tu familia muchas veces cuelgan de los hilos de las redes del destino. Hoy estás aquí y mañana sólo Dios sabe».

Notando la seriedad de sus palabras y la serenidad de sus gestos me acerqué a él y le pregunté de qué estaba hablando.

«Hoy estuve leyendo el periódico y ví la historia de Juan Encarnación, ya lleva más de tres operaciones en el ojo donde le pegó la bola y aún no puede ver bien; un joven jugador que prometía tener un gran futuro, más ahora tiene que retirarse por culpa de un fatal accidente. La gente no se imagina lo difícil que pueden ser nuestras vidas».

El jugador se dio la vuelta y viéndome de frente exclamó «Sabías que hay más de noventa jugadores, que jugaron el año pasado, que este año nadie les dio trabajo?

Si lo sé; le respondí bajando el rostro.

«¿Qué te pasa mi amor?», le preguntó en una ocasión la esposa de un colega al encontrarlo en la sala de su casa pensando, mientras frotaba una pelota de béisbol entre sus manos.

«Acabo de hablar con mi agente, dice que nadie me quiere dar trabajo. Muchos aducen que no tienen cupo para mi y otros que estoy muy viejo ya. ¿Puedes creer eso? No he cumplido los cuarenta años de edad y para mi profesión soy un viejo, hoy que me siento más fuerte que nunca en la vida».

La esposa se le acercó y mirándolo a los ojos le preguntó «¿Extrañas el juego?»

«Es lo único que he hecho toda mi vida, no sé que haré de ahora en adelante».

La esposa notó como los ojos de su esposo se llenaban de lágrimas y sentándose a su lado le murmuró suavemente «Se que amas el juego de pelota y que el ha formado parte de una gran etapa de tu vida, pero debes entender que el juego ya no te ama a ti».

«¡Caballete tu eres un loco grande!», le dijo un novato a un jugador veterano en la liga de invierno, al verlo salir del terreno apuntando hacia las graderías y riéndose a carcajadas, mientras que los fanáticos contrarios le gritaban.

«¿Por qué?» Le preguntó el veterano ocupando un asiento al lado del novato y tomando una toalla comenzó a secarse el sudor.

«Tu ponchas a los bateadores y los «perreas», alguien hace una buena jugada cuando tú estás lanzando y te vuelves loco en la lomita, discutes con los fanáticos contrarios; te hacen una carrera y ríes».

El veterano jugador le puso la mano en la pierna al joven y con una tierna sonrisa le dijo: «Un gran jugador me enseñó una vez que los fanáticos y la fortuna del juego son palomas pasajeras que embellecen nuestros cielos, pero como toda ave, algún día volará en busca de otros rumbos. Disfruta de tu carrera, cada lanzamiento, cada swing que hagas, cada día que la vida te dé la oportunidad de ponerte el uniforme, porque el día que ya no lo lleves puesto, tu vida cambiará por completo.

Nosotros en este trabajo muchas veces no tenemos la fortuna que tienen otras personas de poder decir, haré mi última operación y me retiraré de la medicina, o luego de que termine este caso y apresemos a estos delincuentes, anunciaré mi retiro ante la jefatura; este negocio es así, es una fortuna momentánea, una cometa fugaz, de la cual muchos pueden vivir del recuerdo, como lo hacen los que van al Salón de la Fama.

Esos fanáticos que ves que me abuchean y me gritan, lo hacen porque saben que soy una estrella, ellos piensan que estoy loco, pero en realidad yo les brindo el entretenimiento por el que pagaron. Hoy soy yo, mañana puedes ser tu».

El veterano lanzador se secó de nuevo el sudor de su rostro y tomando su guante para salir de vuelta al montículo le dijo: «Recuerda siempre esto ‘La fama es la prostituta que se vende al hombre del momento, sin importarle que no sea un buen hombre'».

Luego de 21 temporadas de béisbol profesional y tener la fortuna de haber conocido tanta gente que ha tocado mi vida, hacen eco en mi cabeza las hermosas palabras de la canción de «Sólo le pido a Dios», de León Gieco. «Sólo le pido a Dios que el dolor no me sea indiferente, que la reseca muerte no me encuentre vacío y solo sin haber hecho lo suficiente».

Publicaciones Relacionadas

Más leídas