El reto de educar sin lo presencial

El reto de educar sin lo presencial

El aprendizaje en línea o a través de las ondas hertzianas muestra resultados favorables en el país con jóvenes y adultos de capas sociales medias conectados por Internet a importantes fuentes de conocimiento para estudios académicos y técnicos.

Los cursos que por 64 años ha impartido la Radio Santa María ha sido opción efectiva para que cientos de miles de personas adquieran formación sin salir de casa usando aparatos de muy fácil adquisición.

La inviabilidad de estas herramientas comienza en las masas de edades tempranas de la población estudiantil y de familias pobres cuyos adultos no están en capacidad de acompañar a sus pequeños, sea por su propia marginación de la escolaridad o porque tienen que ganarse el pan fajados en la calle día a día.

No siempre podrían declinar en otros el obligado auxilio a sus seres de poco desarrollo físico y mental. En muchos hogares vulnerables, en los que la existencia es dura en todos los sentidos, mandar a los más chicos a escuelas con desayunos, almuerzos y tanda extendida era la mayor de las bendiciones.

Ahora les caen de golpe roles para los que no califican, con reducción de posibilidades de irse a la ciudad detrás del peso que permite encender los fogones. La drástica ausencia directa del educador sobre el alumno es un vacío que en cada hogar pobre, muchos de ellos a cargo de madres solteras que trabajan, sería un hueco difícil de llenar.

Energía limpia en expansión

La matriz de generación eléctrica va cambiando hacia costos menores y trato amigable al ambiente con fuentes renovables y la iniciativa privada ofrece gran concurso a esas causas. Faltaría que el Estado, que domina la transmisión y distribución de la energía, reduzca sus costos operacionales y logre que todos los usuarios en capacidad de pagar por el suministro lo hagan cabalmente.

Las estadísticas demuestran que eso es posible, pero faltan civismo y eficiencia.

El fraude y la conexión irregular a las redes provienen de una parte de los consumidores cuyos ingresos les producen solvencia para honrar el beneficio de recibir un suministro de primera necesidad. Aquí hay más celulares que habitantes y más dueños de motocicletas que clientes fieles a la factura de la energía y todos pagan, papeleta sobre papeleta, lo que esos bienes móviles les cuestan.