El reto de la gobernabilidad corporativa

El reto de la gobernabilidad corporativa

La conversación es con Rodolfo Apreda. Se trata de una de las autoridades mundiales en la nueva disciplina del gobierno corporativo. Doctor en Economía de la Universidad de Buenos Aires (1998), Licenciado en Matemáticas (1978), profesor visitante de varias universidades norteamericanas, más de una docena de libros sobre el tema. El lugar: Buenos Aires. El intermediario: Marcelo Villegas, abogado, economista, quien ha visitado República Dominicana en varias ocasiones, y es también un experto en el tema.

Estamos en un receso de un seminario organizado por el Centro de Estabilidad Financiera (CEF). El CEF ha sido líder en Sudamérica en todo lo concerniente al gobierno corporativo y los índices de gobernabilidad. El seminario reúne a personalidades de toda la región, Europa y Norteamérica. Representantes de empresas, bancos, organismos multilaterales, “think tanks” y organizaciones no gubernamentales. Se trata del “constituency” del gobierno corporativo.

Apreda acaba de terminar una interesante charla sobre la gobernabilidad de los bancos estatales. El tema es interesantísimo pues toda América Latina sigue el modelo representado en nuestro país por el Banreservas. Todo banco estatal tiene lo peor de ambos mundos: la ineficiencia de toda empresa estatal y los problemas de gobernabilidad asociados a una entidad que maneja depósitos del público. La solución tradicional ha sido privatizar los bancos estatales. Apreda, sin embargo, ha retado la audiencia con una propuesta iconoclasta y tentadora: la del portafolio de la subsidiaredad. Toda una iniciativa envuelta en fórmulas matemáticas pero de una simpleza inherente a esas cosas que deben ser aplicadas en toda sociedad abierta a la experimentación democrática.

Pero la conversación no gira alrededor de la gobernabilidad de los bancos estatales sino que abarca toda la temática de la gobernabilidad. Es un tópico donde se une lo público y lo privado y que convoca todas las disciplinas: economía, derecho, administración de empresas, política. Un economista argentino -Fonzi- ha cuestionado en el seminario toda la filosofía de la gobernabilidad y de la responsabilidad social: es un radicalismo ultraliberal en donde la única responsabilidad de la empresa es generar ganancias y la responsabilidad social no más que un “discurso de mercadeo para conseguir más clientes”. Apreda no es un escéptico sin embargo: la gobernabilidad y la responsabilidad social responden a una característica estructural de unas sociedades con diversos intereses (accionistas, clientes, proveedores, Estado, bancos, inversionistas, ONG’s).

Discutimos cómo la gobernabilidad corporativa puede adaptarse en sociedades que como las latinoamericanas se caracterizan por la preeminencia de la empresa familiar. Y he aquí otro componente importante de toda estructura de governanza: la familia. Las estadísticas revelan que la mayoría de las empresas familiares no subsisten más allá de la tercera generación: las tensiones familiares terminan en una guerra civil interna que aniquila la empresa y destruye riqueza. Pero hay fórmulas para la gobernabilidad familiar: consejos y protocolos que organizan la familia y la vuelven sostén clave de la empresa.

Concluimos que la gobernabilidad llegó para quedarse. No es sólo una cuestión de “soft law” y de autorregulación sino que se trata de un imperativo establecido por los gobiernos, legislaturas y reguladores estatales. No atañe exclusivamente a las grandes empresas ni tampoco únicamente a aquellas que cotizan en los mercados financieros. Abarca a entidades financieras sujetas a regulación (bancos, puestos de bolsa, compañías de seguros, administradores de fondos) pero comprende en realidad a todo el espectro empresarial. No es una cuestión de ética únicamente: los estudios revelan que los inversionistas están prestando más atención a la gobernabilidad que a la propia rentabilidad. La gobernabilidad crea valor para todos: empresa, accionistas, inversionistas y consumidores.

Los países podrán ser exitosos en el mundo salvaje de la globalización en la medida en que sus empresas pueden competir exitosamente, accediendo a recursos financieros en tiempo oportuno y a precio razonable gracias a sus eficaces estructuras de gobernabilidad. Ningún inversionista extranjero se arriesga a invertir recursos  en el hoyo negro de empresas que subsisten en entornos de incertidumbre institucional y que no están dotadas de aparatos de autorregulación. La gobernabilidad no es un nuevo cliché. Se trata del único camino de no desaparecer como ciudadanos, como empresas y como nación. El seminario casi recomienza. Seguiremos la conversación los tres el próximo viernes.

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