El reto del PRD y Miguel Vargas

<p>El reto del PRD y Miguel Vargas</p>

REYNALDO R. ESPINAL
En un proceso interno-, reconocido por el más alto tribunal electoral, los observadores y la opinión pública, nacional e internacional, como transparente y diáfano-, el ingeniero Miguel Vargas Maldonado ha resultado electo candidato presidencial por el Partido Revolucionario Dominicano de cara a los próximos comicios a celebrarse en mayo del 2008.

Que el proceso culminara de ese modo, a lo que ha contribuido, no cabe duda, la entereza cívica y democrática de la doctora Milagros Ortiz Bosch, no sólo es signo de que cuando los líderes actúan con prudencia y sensatez tal ejemplo, salvo raras excepciones, es imitado por sus seguidores, sino, aún mas, es fidedigno indicio- algo que conviene a los más encumbrados dirigentes de dicho partido tomar muy en cuenta-, de que más allá de mezquinas rebatiñas, existe una manifiesta determinación de los y las perredeístas por conducir de nuevo su partido a la cima del poder.

La primera llamada de alerta en esta hora se impone, por tanto, para los mismos dirigentes-, los que en infinitud de ocasiones y circunstancias-, han exhibido el grotesco espectáculo de ser menos sensatos y cuerdos que sus propios seguidores. Es hora de reunificación y de avenencia interna, de apertura y tolerancia, de colaboración desprendida y responsable.

Lógicamente, la segunda llamada de atención ha de dirigirse al ingeniero Vargas Maldonado. Su escogencia no es fortuita y se impone una lectura mesurada de la misma. ¿Por qué precisamente él- conocido más bien como un exitoso empresario que como un político profesional-, ha sido nominado para tan delicada responsabilidad? ¿No ocurrió lo mismo- salvando tiempo y distancia-, con don Antonio Guzmán, considerado antes que un político como un emprendedor ganadero-, y sobre quien recayó la ardua tarea de conducir el P.R.D al poder en 1978, escogencia, que, por lo demás, fue sabia y hasta hoy motivo de orgullo, a pesar de su trágico desenlace vital?

Ha de saber el ingeniero Vargas Maldonado que es este el preámbulo de un camino tortuoso, rizado de decepciones y asechanzas, pero al mismo tiempo una oportunidad grandiosa de inaugurar un nuevo estilo de hacer política y de propiciar una refundación del P.R.D, sobre renovadas bases ideológicas y éticas. Su nominación es una apuesta por la renovación y la esperanza.

Al propio tiempo ha de tener presente el ingeniero Vargas Maldonado que no deberá dejarse impresionar por los falsos cantos de sirena, que amparados por una especie de «bonanza mediática», anuncian un ficticio paraíso existente sólo en la mente y en los bolsillos de un minúsculo grupo de engreídos pero no en la mayoría del pueblo.

Si algo ha de caracterizar a un líder político, y – máxime si aspira a conducir los destinos de su pueblo-, es seguir a pies juntillas aquel memorable consejo que don Américo Lugo dirigió a Horacio Vásquez, conforme al cual «… el gobernante ha de tener los oídos puestos en el corazón del pueblo.».

Y no temo asegurarle que si esto hiciese oiría muchas cosas.

Oiría, por ejemplo, que el pueblo está cansado de demagogia y de palabras hueras; cansado de aprovechados y corruptos, de hipócritas «de oficio» y mercaderes de ilusiones; oiría que este pueblo-, aunque parezca lo contrario-, quiere navegar en el ciberespacio pero ante todo quiere comer, quiere salud, quiere educarse. Ofrezca lo que pueda cumplir, y, como hace tiempo que sus técnicos trabajan articulando respuestas a los males nacionales, no pierda su tiempo en responder alusiones hijas de la envidia y la bajeza. Proponga, consulte, dialogue y concilie. Retome el contacto con aquellos sectores cuyo apoyo el P.R.D perdió debido a su arrogancia, su mal ejemplo, su torpeza y su ceguera.

Sí así lo hiciere, no me cabe duda, que levantará la moral de su partido y, al mismo tiempo, será Presidente.

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