En innúmeras  ocasiones he exhortado al presidente Leonel Fernández a conjurar el grave desajuste en el suministro eléctrico, porque cada vez más crece la sensación generalizada de que si en nueve años de sus administraciones no es tiempo suficiente para superar el problema, cuántos años más es que requiere.

Esas exhortaciones las reitero en función no solamente de ciudadano dominicano y comunicador, sino además porque el presidente Leonel debe tener muy claro quiénes deseamos para él lo mejor y quiénes  no y, en consecuencia, supongo habrá deslindado mi intención clara para con su persona y gobierno.

El presidente debió destituir desde hace más de cuatro años al ingeniero Radhamés Segura, sin atender al reclamo de su conciencia de que se trata de un compañero del omnipotente Comité Político del PLD, sino que desde hace tiempo este controversial individuo demostraba una manifiesta ineficiencia en manejar a la CDEEE y situarla en un Standard sin los reclamos altos y persistentes que signaron su nefasto tránsito por la corporación eléctrica estatal.

Con la designación del empresario Celso Marranzini Pérez para conducir la CDEEE, el país acuña la esperanza de que se empezará a organizar y despejar ese estamento vital para el desarrollo y la competitividad de un país y el Presidente pone la pelota en la cancha del sector privado para que demuestre que puede hacer lo que el ingeniero Segura no hacía y le reclamaba.

Es un punto importante inicial para que el sector eléctrico pase en su totalidad al sector privado, se evalúe el costo de las presas y venderlas a quienes quieran adquirirlas, y los puertos y aeropuertos, como es la norma en todos los países a los cuales queremos parecernos en todo.

Marranzini Pérez es un ejecutivo exitoso, práctico, serio, capaz y ese conjunto de notaciones y referencias el país como una persona aguarda lo transmita en su rol de zar de la energía estatal hacia su privatización.