El reto para estas elecciones

El reto para estas elecciones

Bonaparte Gautreaux Piñeyro

El cambiable sistema electoral dominicano que, en veces, camina paralelo con las constantes reformas constitucionales, trae para este 2020 un nuevo modo de elegir y ser elegido.
Además de la injerencia de la Junta Central Electoral, cuyo narigón se acepta porque les conviene a los partidos o por desidia, confiados en un electorado que, puede imitar a Verdi cuando escribió: “La mujer es voluble, como pluma al viento”. No me refiero a la mujer, apunto hacia todo el electorado.
Dada la distancia entre los electores y los llamados “dirigentes “y “líderes” que mantienen distancias a veces insalvables con la base, con los votantes, puede ser que muchos despierten sorprendidos cuando descubran que “ya la pava no pone donde ponía”, al otro día de la celebración de los comicios.
A grandes rasgos hay, básicamente, dos tipos de intereses en juego: las candidaturas al Congreso Nacional, a las alcaldías, regidurías y otras posiciones menores y, finalmente, después, la candidatura presidencial.
Dada la difícil y complicada lealtad de los miembros hacia los partidos, no es ocioso analizar la posibilidad de que los candidatos a la primera elección (congresistas, alcaldes y demás) concentren todos sus cañones, enfilen sus esfuerzos en obtener la victoria personal, la que les toca, la que les conviene, por encima de cualquier otro esfuerzo.
A partir de que un candidato, presentado por un partido obtiene la victoria, y asegura una posición, su interés en el certamen comicial puede menguar, dado que lo que obtendría en lo personal, si acaso gana su candidato presidencial, es muy poco. Hablo de una situación en la cual muchos buscan lo suyo, la parte del pastel, sin tomar en cuenta el todo.
La lealtad partidaria enflaquece en la medida en que una persona tiene su problema personal resuelto: él ha ganado, lo demás está por verse. El ha ganado, ha obtenido la posición para la cual fue elegido, no va a desempeñar un puesto en el Poder Ejecutivo, por tanto, su lealtad puede resquebrajarse.
Ese aspecto de esta coyuntura electoral se piensa, pero no se habla, se teme y no hay forma de garantizar que luego de elegido, un senador, diputado, alcalde continuará con el mismo afán en la búsqueda de votos para otro, para el que puede ser Presidente de la República.
Sume a ese escenario el de un candidato de un partido aliado que gana la posición para la cual fue postulado ¿cuál es el compromiso con el candidato presidencial?
Esa peliaguda situación debe ser analizada y resuelta ahora, antes de que sea tarde, para que luego no ejerzamos el difícil papel de Boabdil, el moro de Granada, de quien se dice que lloró como mujer lo que no supo defender como hombre.

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