Dicen quienes defienden al gobierno que luego de los desastres recientes por lluvias no es tiempo de “politiquería”, y así el presidente se despacha diciendo “que no se arreglaban los drenajes porque eso no se ve”, lo cual expresa cómo piensa él, no necesariamente cómo piensan los demás.
La reacción de quienes hacemos oposición y parte de la ciudadanía que no milita en partidos, bajo las circunstancias que aquí explico, no radica en pedirle al gobierno que sea Dios, es en desenmascarar toda la irresponsabilidad que durante años utilizaron como argumento opositor, que hoy les pega en la cara. Nunca se manejaron con un mínimo de sensatez, incitando a la población a un estado de crispación, superando lo irracional, propio de la agenda antisistema que podemos ver en otros países de la región y ahora, necesitan de la “prudencia” que nunca mostraron y se molestan cuando salen muestras de los comentarios descabellados y promesas incumplidas que publicaban en diferentes plataformas y redes sociales años atrás.
Nadie niega que el problema del drenaje es una situación grave en nuestra ciudad capital, cuyo desarrollo urbano desorganizado ha ido más rápido que cualquier intento de planeación, sin embargo, hemos visto cómo, en países desarrollados, también pueden ocurrir inundaciones u otro tipo de desastres naturales dejando pérdidas materiales importantes, como infraestructura, viviendas, vehículos, etc. y hasta de vidas humanas, pero este tipo de reflexión nunca fue parte de su discurso.
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Como pareciera que para ocupar una posición, hay quienes cambian su escala de valores; a poco tiempo del paso del ciclón Fiona que sirvió de escenario para alardear de lo obvio y aprovechar en restarle méritos a la pasada gestión del PLD, observamos el pasado viernes 4 de noviembre a un COE ignorado por el gobierno central con las alertas de lluvia, donde ningún medio oficial se hizo eco a la altura del peligro, ni tomaron la medida más fácil: enviar a su casa a la población temprano. Esto hubiese salvado vidas.
No bien nos recuperamos un poco del caos que trajo la tormenta, se vuelve a manifestar la incoherencia con el aumento de la nómina pública en un 14% después de que llevaran proyectos al Congreso Nacional de cómo reducir el Estado y quitar instituciones, antes de ser gobierno y hacer de este un tema de campaña para el 2020 y motivo de persecución y hostigamiento de empleados/as públicos de la pasada gestión. Resultado: cambio de nombre a instituciones sin muestras de avances significativos y mayor gasto nominal del gobierno.
Es tiempo de recordar que: el ayuntamiento de la Capital está con el PRM desde hace 6 años, el Ministerio de Obras Públicas de la gestión pasada le colaboraba con el 60% de las responsabilidades respecto a saneamiento y mantenimiento de drenajes, el mundo está siempre en guerra, el barril de petróleo ha subido y bajado desde hace décadas, todos los gobernantes han tenido que enfrentar tormentas y huracanes, el COVID-19 en su etapa más crítica no le tocó a la gestión actual, entre otros, finalmente, nada es totalmente nuevo, ni único para un grupo, ni tan especial o excepcional como son las excusas que nos presentan.