El retozo de Font-Bernard

El retozo de Font-Bernard

CARMEN IMBERT BRUGAL
Se describe vanidoso, amante del poder, hombre puente, útil en todos los gobiernos. Mozalbete se afilió a la burocracia trujillista. Los escritorios de la tiranía fueron su guarida. La oficina de Prensa de Palacio y la Oficina Privada del Perínclito, le enseñaron a ver, oír  y callar. De ese modo preservó su vida mientras decenas de allegados desaparecían. Amigo de Joaquín Balaguer desde el 1956, su lealtad al oráculo de Navarrete, le garantizó principalía después del tiranicidio, espacio adecuado para su mordacidad y para enmendar algunos desaciertos del “régimen necesario”.

Así como explica la existencia de tres Trujillo, establece la diferencia entre el Balaguer que gobernó “sin injusticias ni privilegios”, durante doce años, y el presidente cautivo de “la pirañas” en el período 86-96. Atribuye el triunfo del PRD, en el año 1978, a una componenda auspiciada por Jimmy Carter, Carlos Andrés Pérez y la PUCMM.

Irreverente, elusivo, es un nihilista por decisión. No tiene altares pero se siente retablo. Juega, desde hace más de cuarenta años, con el entorno. Conoce demasiado bien la corte y la cohorte. Ha sido albacea de honras y pudores. Sabe que están intactos y sin desvelos, estamentos manchados en un país donde se reparten infamias para no asumirlas. Estamentos que se reciclan repitiendo taras, silenciando fechorías disfrutando canonjías porque reclaman, décadas tras décadas, su participación en el festín del poder. Todavía, para esos grupos, es salvaguarda, cancerbero. Pocos los enfrentan. Nada tienen que imputarle. No pueden. Es albacea que administra los archivos donde constan los pecados cometidos.

Ha escrutado el alma nacional y eso le permite percibir su fortaleza frente a eventuales adversarios. Carecen de argumentos para invalidarlo. Font-Bernard justifica cada una de sus acciones. Lo ha hecho con donaire y cinismo. Descaro y contundencia. A ningún gobierno le ha importado, cuando requiere sus servicios, el pedigrí del licenciado en Filosofía a quien algunos atribuyen la autoría de múltiples textos degradantes, publicados en la columna “Foro Público” con la firma de Polidoro. En una ocasión declaró: “yo no tenía categoría de forista. El foro lo escribía el pueblo”.

El hombre que calla más de lo que dice, puso una carnada en su inmenso cordel. Fiel a la vocación provocadora, como si el tedio de la aldea necesitara sus acertijos, el memorioso propone. Incita. ¡Al panteón nacional” fue el grito de batalla. Su columna semanal, publicada en este periódico, encendió la pira.

Propuesta aparentemente enjundiosa. Muertos Balaguer, Bosch y Peña Gómez, sugiere que sus restos descansen en el Panteón Nacional. Se le ocurrió para fastidiar. Demasiado grotesca es la cotidianidad. Está ahíto de campaña electoral, delincuencia, abuso contra menores e inseguridad ciudadana, cibernética y reseñas de viajes oficiales, decisiones judiciales penosas y traspiés del Ministerio Público, reyerta entre banqueros y denuncias en contra de sacerdotes defensores de indocumentados.

Los incautos reaccionaron. Ninguno ha hurgado la naturaleza del proponente. Sólo discuten la oferta. Está gozando. Riéndose de las consecuencias. Él, que ha dicho: “Los grandes protagonistas de nuestra republicana son: Santana, Báez, Lilís, Trujillo y el doctor Balaguer. Los jóvenes trinitarios no conocían el país. Sánchez declaró a Santana padre del pueblo y consideró a Mella disociador, Duarte murió en Venezuela, Ravelo en Cuba, Benito González no se sabe dónde. Todos acabaron vencidos sin energías… Este país es el mismo que el del siglo pasado, está lleno de caudillos, lo único que ahora visten otra ropa. Esto es una ficción de país, los grandes protagonistas son los bárbaros.

El, que ha demostrado la falencia de venerables obras poéticas por plagiarias y refiere ilustres adulterios con elegancia. Él, que ha revelado con epigramas nombres de asesinos conspicuos y afirma que la izquierda dominicana estuvo integrada por tontos útiles. Mentor del reconocimiento del Partido Comunista Dominicano, con la cooperación de Polibio Díaz, para restarle votos al PRD. Es un iconoclasta feroz. Quiso retozar, una vez más, y mordieron el anzuelo. Pretende ahora el procerato para los protagonistas de la contemporaneidad. No es exigente con sus candidatos.

“Bosch, notabilísimo dominicano que no quiso ser presidente, su intelectualidad se lo impidió. Peña Gómez, gran amigo, tiene dos debilidades que le impiden ser presidente: es indiscreto y excesivamente generoso. Balaguer, no odia ni ama. Gobernó entre lo posible y lo conveniente”. (periódico Hoy, mayo 98)

Es otra trampa de Font-Bernard, nueva manifestación de su legendaria afición. ¿Cuál será la próxima?.

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