El retrato del Presidente

El retrato del Presidente

Rafael Molina Morillo ha dedicado su columna «Mis buenos días» insertada en la edición de «HOY» del 05 de este mes, al tema de la colocación de un retrato, de buen tamaño, del Presidente de turno, en todos los despachos de altos funcionarios del Estado, y en los de ejecutivos menores, a lo largo y ancho de la burocracia gubernamental.

Puede ser que haya alguna excepción, previene el columnista, «pero la regla es esa». Cierto. Y ve que «quizás sea una señal de respeto o lealtad» al mandatario. Pienso que no, y lo explicaré más adelante. Molina Morillo cree que la práctica de la entronización sistemática del retrato del Presidente en las oficinas públicas puede ser un «remedo» de la dictadura ya superada. Y se pregunta: «)No sería mejor que en vez de una foto del Presidente, sea quien sea, las oficinas públicas luzcan un cuadro con el Escudo Nacional o un retrato de Juan Pablo Duarte?».

Tan cierto como que es regla la colocación de ese retrato, lo es que hay las excepciones que la confirman. En los despachos de los jueces de los tribunales de Justicia de la República no existe la «bendita» foto. Aclaro que era así hasta julio del 2000. Fue una obligación, claro que ineludible, en la Era que era. Lo que hay allí, desde 1966, es una reproducción a colores del Escudo Nacional.

Hasta 1995 no hubo retratos del Presidente en los despachos de los funcionarios del Banco Central. Desconozco si todavía es igual. Hubo siempre, en un lugar digámosle «llamativo», en el área de la galería de ex gobernadores del organismo, un retrato al óleo, de gran tamaño, del Presidente, y ya. En el Banco de Reservas, hasta el 2000, el retrato del Presidente estaba solamente en el despacho del administrador general.

En los primeros cinco años de los que entonces se llamaba Cedopex no hubo retratos del Presidente en ningún despacho. Pero sí uno de gran tamaño, también al óleo, a la entrada de la entidad. El segundo director de Cedopex hizo colocar la «bendita» foto en todas las dependencias.

Anoto que en los casos de la Justicia, del Banco Central, del de Reservas y de Cedopex ningún Presidente se sintió ofendido por la falta allí de su retrato. Entiendo que es sólo una práctica rutinaria, sazonada con un poco del ego del mandatario, y de adulonería. El respeto y la lealtad al mandatario no pueden fijarse en su foto aquí a o allí. Se le respeta y se le es fiel, con un desempeño eficiente y pulcro.

Quiero contar que antes de la toma de posesión de la administración 2000-2004, escribí un artículo titulado «Lo que espero del Presidente», para el cual no hubo hospitalidad en el Listín Diario. Referíame a unas cuantas cosas, unas para que se hicieran, y otras para que ni se pensaran. Demostrada tan fehacientemente la atipicidad del régimen pepehachista, se que a ninguna de mis sugerencias se le hubiera hecho caso. Una de ellas era que el Presidente eliminara su foto de todas las dependencias oficiales. Y que no aceptara la inserción de la misma en publicaciones oficiales. Hasta donde se, tal inserción la dispusieron solamente Inespre y el Invi.

Del Presidente que aspiró, qué pena, pero sin éxito, a reelegirse en mayo pasado, ha habido en las oficinas públicas una foto a color de tamaño mayor de cuantas se tuvieron entre 1966-2000.

En Venezuela, el coronel Hugo Chávez al Poder, eliminó las fotos del Presidente en todas las oficinas públicas, sustituyéndola por la del Libertador Simón Bolívar.

Si el Presidente Leonel Fernández se anima, como dice Molina Morillo, a variar la práctica local, le digo que no es pecado imitar lo bueno.

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