El revés de la patraña llamada «Exodo»

El revés de la patraña llamada «Exodo»

JOSÉ B. GAUTIER
No sabemos si fue una realidad o solo un sueño. Es que como vivíamos en las tinieblas dentro de una sociedad cerrada, hermética, gobernada por un Presidente de la República, psicópata del continuismo político y del poder absoluto, violador del Estado de derecho, el ciudadano común pocas veces tenía acceso a fuentes gubernamentales fehacientes. Salidos a la luz de ese tormentoso infierno político –la criminalidad, la delincuencia, la corrupción impunes; la prensa amordazada; las libertades conculcadas; la realidad distorsionada– esta operación cívico militar denominada Plan de Operaciones Conjuntas «Exodo» bien pudo ser parte de una confabulación más amplia.

Para los «tontos útiles», somos xenófobos porque husmeamos como perros sabuesos la presencia de ilegales haitianos radicados en el país. Estos amigos deben acusarnos de xenofobia después que nos expliquen, por ejemplo, el significado del Plan de Operaciones Conjuntas «Exodo» preparado en enero de 1994, por el «Padre de la Democracia» dominicana, doctor Joaquín Balaguer, para ser ejecutado por su gobierno junto a las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional. Anoten la fecha.

La esencia del conocimiento y la libertad en una democracia es la información.

¿Cuál era la justificación de la operación «Exodo»? ¿Fue acaso una cortina de humo, una pantalla, para esconder el verdadero propósito de negociar en venta o arrendamiento la soberanía dominicana mediante la ocupación de todo el territorio nacional por nuevos ciudadanos haitianos pactada en contubernio las autoridades dominicanas con funcionarios de países extranjeros a cambio de favores políticos recíprocos? ¿Cuáles eran esos intereses mutuos dominicanos y americanos? ¿No era la haitianización mediante un proceso electoral, la amenaza? ¿No fue reelecto el doctor Joaquín Balaguer como presidente de la República en mayo de 1994, a pocos meses de concebida la operación «Exodo», mediante la ejecución de un colosal fraude electoral? ¿No resolvieron los lineamientos secretos y ocultos programáticos e ideolóficos de la operación «Exodo» un grave problema migratorio que amenazaba a los Estados Unidos de América?

Entre múltiples razones analizadas se destacan:

– Los Estados Unidos estaban muy preocupados por el auge del éxodo de haitianos hacia ese país, por lo que recientemente habían iniciado una fuerte campaña de negociaciones para buscar una salida al caso haitiano, a fin de evitar la penetración a territorio norteamericano de miles de haitianos en su mayoría enfermos de Sida, tuberculosis, etc., por lo que habían enviado recientemente a dicha nación a un alto militar norteamericano (mayor general) y al reverendo Jessie Jackson, para tratar de persuadir a los militares y autoridades haitianas, de llegar a un acuerdo.

–Resultado de la preocupación del gobierno de los Estados Unidos al éxodo de haitianos a ese país fue la imposición de un bloqueo naval en las costas de Haití, para evitar la salida de embarcaciones ilegales, los llamados «boat people» que llegaban por cientos a la Florida.

– En Haití se habían formado grupos armados al estilo de los «Ton-ton macoutes», con malas intenciones, compuesto aproximadamente por veinte mil hombres armados.

– El Presidente Jean Bertrand Aristide había difamado a la República Dominicana creando un conflicto internacional contra el país, acusando al gobierno del doctor Balaguer de violar los derechos humanos de miles de trabajadores haitianos en los ingenios azucareros propiedad del Estado.

– El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU) había reinstalado el embargo económico.

– El grupo denominado «Amigos de Haití», conformado por cuatro países que son: Estados Unidos, Francia, Venezuela y Canadá, intenta persuadir a los militares haitianos.

– Era inminente el desbordamiento de la población haitiana hacia el territorio dominicano mediante una invasión dirigida y controlada por el grupo Lavalas.

–La reelección presidencial del doctor Joaquín Balaguer evitaría caer la nación en manos de un fogoso y carismático líder dominicano acusado de ser de origen haitiano.

Los hilos de la patraña se cerraban. Mientras en forma pública se combatía la penetración haitiana al país exacerbándose el nacionalismo, bajo la mesa, secretamente se negociaba su entrada masiva.

La movilización fue general. Estaba previsto construir «centros de refugiados» ubicados en San José de las Matas, en Carreras de Yegua, en Matayaya, en Walteiro (La Cruz), en Las Matas de Santa Cruz, en Los Algodones, en el Batey Maguaca, en el Batey Madre, en Bohío Viejo, en Jobo Corcobao, en el Batey No. 7 en el Batey No. 8, en el Batey No. 5 y en los Cocos para albergar a miles de refugiados haitianos detenidos por fuerzas de seguridad civiles y militares. De llevarse a efecto la esperada invasión haitiana, las organizaciones internacionales de ayuda (FAO, Cruz Roja Intencional, Caritas) proveerían ayuda sanitaria y alimenticia, a los «centros de refugiados» controlados por el gobierno dominicano. Estaba garantizado el continuismo.

El encauzamiento del éxodo de haitianos hacia el país en vez de seguir la ruta hacia territorio de los Estados Unidos de América, fue un compromiso primero y tomado en relevo después por otros gobiernos cuya ejecución, abrazada al continuismo político, préstamos, donaciones, tratados comerciales se ha desarrollado en el tiempo en muchas vertientes y modalidades siempre para llegar a la misma meta negociada y comprometida: toda la República Dominicana convertida en un gran «centro de refugiados» para alojar a miles de nacionales haitianos para alivio del racismo norteamericano.

Lo que decimos no es un cuento. Piensa. Juzga. Indaga. Lo que sí podemos asegurar es que once años después de montada la operación «Exodo», la República Dominicana es otra nación muy diferente a la que soñó Duarte. Donde se ha multiplicado una población haitiana incontrolada. Donde hay una nueva ley de migración, la No. 285-04, dictada por los actuales senadores y diputados con el propósito de regularizar el estado de los miles de extranjeros radicados de forma ilegal en el territorio dominicano por medio de decretos del Poder Ejecutivo. Donde la mayoría de los puestos de trabajo en la industria de la construcción, en la zonas francas, en las áreas de turismo y de recreo, en las agro industrias y en las labores agrícolas están ocupadas por nacionales haitianos.

Donde el subempleo –vigilantes, jardineros, cocineras, sirvientas, fruteros, heladeros, pordioseras, prostitutas–, también es haitiano. Donde más de cien (100) Organizaciones No Gubernamentales (ONG) pro haitianas, civiles, religiosas y educativas, la mayoría financiadas desde el extranjero, pero algunas hasta por el propio gobierno, hacen campañas abiertas a favor de la inmigración ilegal de haitianos. Donde la Iglesia Católica y las iglesia cristianas mezclan religión con política para exigir prácticas migratorias pro haitianas. Donde la mayoría de los programas de televisión y de radio, los editoriales de la prensa escrita y digital, defienden el «derecho» de los extranjeros ilegales para permanecer en el país. Díganme, ¿dónde esta nuestra xenofobia si ya nos ven como «refugiados extraños» en nuestro propio terruño?

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