El ridiculez de regidores: Atabey y la farsa del fundamentalismo

El ridiculez de regidores: Atabey y la farsa del fundamentalismo

No vale estar viviendo el primer cuarto de siglo de un nuevo milenio, cuando todas las proyecciones hechas en la década de los ochentas visualizaban todo, menos este absurdo retroceso mental, hasta que leímos que la cámara de Regidores de Sosúa falló a favor de que sea retirada la estatua de Atabey, ubicada en el fondo marino de esa zona como atractivo turístico y se utiliza para la recuperación de los corales, la cual, fue instalada en el 2023 por la Fundación Maguá y de Global Coralition, con la intención de contribuir al arte, a la cultura y a la conservación ambiental.

Esta resolución se hizo tras la solicitud formal de un sacerdote y un pastor cristiano porque lo ven como “idolatría de dioses falsos”.

¡O SEA!

Comencemos por un hecho que estos regidores y regidoras parecen ignorar que la facultad para autorizar o denegar la instalación o retiro de una estructura de este tipo en un área costera recae exclusivamente en el Ministerio de Medio Ambiente amparado en la Ley 64-00, no en una sala municipal.

Sin embargo, aunque hasta ahora el Atabey se queda dónde está, tal cual lo ha manifestado el viceministro de Recursos Costeros y Marinos del Ministerio de Medio Ambiente, José Ramón Reyes, no podemos borrar el hecho de que las y los regidores de Sosúa, a UNANIMIDAD, decidieron que esta estatua debería de irse, algo que evidencia tristemente las condiciones intelectuales de quienes conforman el Consejo Municipal de esa demarcación, algo verdaderamente vergonzoso.

Estas decisiones nos muestran brotes de un fundamentalismo religioso que busca borrar cualquier símbolo cultural que no se alinee con su dogma. La segunda, y más patética, es la de una Cámara de Regidores que, carente de poder real y conocimientos, actúa como si República Dominicana fuera un país teocrático, montando un espectáculo que los deja en ridículo ante la ciudadanía pensante. La estatua de Atabey fue un proyecto evaluado y aprobado en el ámbito de la conservación y ojalá se hagan más homenajes a nuestros aborígenes de esta naturaleza, porque nuestra isla se está quedado sin fauna marítima. Este comportamiento de personas que supuestamente son políticas es un síntoma de una enfermedad mayor: la pobreza cultural y el ansia de protagonismo.

Queda en evidencia su profundo desconocimiento. Atabey, la madre tierra, la deidad taína de la fertilidad, las aguas dulces y la luna, es una figura ancestral que representa la misma naturaleza que este proyecto busca proteger. ¿Qué mayor contradicción que oponerse, en nombre de Dios, a una iniciativa que sana el mar? ¿Y qué mayor muestra de ignorancia que no comprender la diferencia entre un homenaje cultural y un acto de adoración?

Al entablar este circo mediático, estos regidores no defienden la fe; promueven una imagen de Puerto Plata y de toda República Dominicana como un territorio fundamentalista y atrasado. Envían el mensaje de que aquí, en lugar de razonar con leyes y ciencia, nos guiamos por los temores supersticiosos de unos pocos. Es una imagen que ahuyenta al turismo cultural y de buceo que dice promover, y que nos avergüenza como sociedad ante el mundo.

Yo estoy segura de que la comunidad de Sosúa presenta más problemas reales y necesidades ciudadanas, por encima de la obsesión por una estatua que está sumergida desde el 2023, además, la acompañan siembras de corales y, mejor aún, deberíamos de preocuparnos cómo  seguir aumentando su producción.

La estatua de Atabey debe permanecer donde está. Es un regalo a nuestro ecosistema y un puente con nuestra historia. Y a los regidores que se oponen, un consejo: abran un libro de historia y otro de leyes antes de volver a montar un show que solo expone su irrelevancia y su falta de cultura.

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