El ring: Leonel, Danilo,
Hipólito y Miguel

El ring: Leonel, Danilo, <BR>Hipólito y Miguel

En el ring político hay cuatro personajes claves en este momento para el desenlace de las candidaturas del PLD y el PRD.

El espectáculo de entrega de firmas del pasado domingo confirmó que en el PLD la decisión de la candidatura está en manos del presidente Leonel Fernández, no del partido a pesar de las palabras en contrario.

Como planteé en mi artículo de la semana pasada, Leonel Fernández tiene tres opciones: repostularse si logra modificar la Constitución o que se reinterprete acomodaticiamente, endosar un candidato, o ser árbitro neutral en la selección de la candidatura.

Nunca he pensado que Fernández será árbitro neutral si considera que el PLD tiene posibilidades de ganar en el 2012; otra sería la historia si considerara que el PLD va a perder. A la fecha no hay indicación de que Fernández estime una derrota peledeísta y por eso no ha querido colgar los guantes siendo “árbitro”. El acto del domingo lo testificó; es león en campaña.

Las posibilidades son, y las pongo en el orden que las visualizo por los eventos recientes: que Fernández busque la repostulación, no por casualidad hay tantos legisladores embarcados en la recogida de firmas, o que endose un candidato para impulsarlo.

Ninguno de estos escenarios es auspicioso para Danilo Medina y plantea la interrogante: ¿qué hará Medina si Fernández utiliza todo el poder que ha amasado para repostularse o para endosar otro candidato? Las fuerzas son muy dispares y en una competencia Fernández se impondrá.

Por otro lado, si el Presidente atropella su propia Constitución para repostularse, el PLD pasará a ser oficialmente un partido personalista y caudillista, sin posibilidad de renovar sus dirigentes ni forjar nuevos líderes políticos por largo tiempo.

Si Fernández opta por endosar y promover otra candidatura, al menos establecería un sistema de sucesión, aun sea bajo sus designios. Esta alternativa es preferible a la repostulación para lograr un mínimo de institucionalidad democrática en el PLD y en el país.

En cualquier caso, quedará pendiente qué hará Danilo Medina, porque los eventos a la fecha no indican que será el agraciado de Leonel Fernández. Ningún líder político en un país de baja institucionalidad democrática acumula y exhibe tanto poder para no utilizarlo a su ventaja.

Del lado del PRD hay un tranque que puede prolongarse o resolverse de repente. Después de creer que tenía todo el poder en sus manos, la derrota debe ser amarga para Miguel Vargas. Pero de nada sirve ahora insistir en cuestionar la convención porque su grupo tuvo control del partido, y si no lograron organizar una convención con las seguridades necesarias para evitar votantes intrusos, es tarde para patalear.

Vargas puede prolongar el conflicto y debilitar aún más la candidatura del PRD, pero es a lo único que puede aspirar en estos momentos. Hipólito Mejía se despachó con la mayoría de los votos emitidos, independientemente de dónde procedieran; además, tiene el apoyo de muchos dirigentes del partido, y los resultados han sido aceptados por amplios segmentos de la sociedad.

En perspectiva histórica, lo que acontece actualmente en el PLD y el PRD demuestra que la política dominicana, a pesar de tres décadas de vientos democráticos, no ha logrado superar el personalismo, el caudillismo y el reeleccionismo, que han sido parte integral de la historia autoritaria y se anclan en la débil democracia.

Leonel Fernández insiste en acumular poder legal y simbólico para quedarse o para determinar quién lo sustituirá. Hipólito Mejía desea volver a pesar del infeliz final de su gobierno. Es el eterno retorno de la política dominicana.

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