El ritmo cíclico de la historia

El ritmo cíclico de la historia

La tierra es sólo una. Cuando algo es de todos o tiene muchos dueños se dificulta su funcionamiento. El concepto no es de ahora. Así pensaban los emperadores romanos sobre los territorios por ellos conocidos. Sus sueños era conquistados para redimir a los pueblos con la gloria y riqueza de Roma. Hitler y la Alemania nazi pensaron lo mismo.

Con certera precisión cada temporada del año se presenta con los fenómenos que les son característicos, variando sólo en la intensidad y el grado devastador o bienhechor de sus efectos. El discurrir de la historia es tan cíclico como las estaciones del tiempo. Las estaciones están definidas. No hay nuevas estaciones ni existen nuevos tiempos. Cambian las circunstancias y los fenómenos atmosféricos. Con el Niño o La niña, los tiempos son los mismos y pertenecen siempre a los emperadores. Quienes controlan las condiciones y las circunstancias desde la cumbre que le sirva de pedestal. Y sí no la tienen la construyen.

La Cumbre del Milenio fue la Asamblea General de las Naciones Unidas celebrada el último septiembre del siglo XX. En ella se acordó reducir la pobreza a la mitad en los primeros quince años del siglo XXI. El 11 de septiembre del 2001 son derribadas las torres gemelas del World Trade Center en el «más impactante y dramático acto terrorista o acción de guerra que conozca la humanidad» después de… Hiroshima?

Un acontecimiento todavía entre las telarañas de la historia sucedió en el 1898. El buque Maine de la armada de los Estados Unidos explosiona en la costa cubana consternando y uniendo a la Gran Nación del Norte sobre el dolor que ocasionó el destino de sus marines y la indignación de la «afrenta». Ese hecho es considerado por algunos historiadores como el ícono que marcó el inicio de la fase de expansión ultramarina norteamericana. España perdió sus posesiones en América y en otros mares. Y los norteamericanos empezaron a construir bases militares lejos de la Unión.

Transcurridos seis meses del derrumbe de las torres gemelas se celebra en México la Cumbre de Monterrey para ratificar los acuerdos de la Declaración del Milenio. Y como addendum, comprometer voluntades para combatir y en encausar acciones contra el territorio internacional en todas sus manifestaciones y en cualquier lugar del mundo.

El punto más relevante de la Declaración del Milenio establece las metas siguientes: «Reducir a la mitad para el año 2015 el porcentaje de necesidades del planeta cuyos ingresos sea inferior al dólar por día y el de las personas que padezcan hambre; igualmente…reducir a la mitad el porcentaje de personas que carezcan de acceso al agua potable o que no pueden costearlo… y para el año 2020 haber mejorado considerablemente la vida de por lo menos 100 millones de habitantes de tugurios, como se propone en la iniciativa Ciudades sin Barrios de Tugurios».

Una hazaña de tal envergadura, ¿cómo se lograría?

En el Consejo de Monterrey se establecieron las cuotas de contribución. Las «naciones desarrolladas destinarían el 0.7% de su PIB y las menos desarrolladas del 0.15 al 0.20%». Con la condición implícita de cada nación cumpliría a su discreción con la loable acción de diseñar sus filantrópicos programas. Los trabajos que llevan a cabo las caritativas organizaciones de un lado y otro de Haití y República Dominicana en una comunicación sin fronteras, es un convincente paradigma.

Por los dramáticos instigados enfrentamientos entre pobres contra pobres en Ruanda y Centro Africa, en Los Balcanes, y en el Timoil Oriental, durante la última década del siglo pasado las muertes fruto de la violencia en esas empobrecidas regiones, podrían ser quizás más que los nacimientos de niños sin pan.

En la América indígena y morena, la naturaleza se sigue tiñendo de rojo y desolación con la partida de los cachacos montañeros a vivir en los tugurios urbanos. Mientras el Plan Colombia y el ALCA se reflejan en el ojo avizor del águila en momentos que los Estados Unidos anuncia que «su embajada está siendo amenazada en Venezuela». Y en el Caribe flota una isla mediterránea como laboratorio de reingeniería para nuevos modelos.

Un sui-generis atractivo turístico surge en la Hispaniola. La República Dominicana es el único país del mundo que siendo isla es mediterráneo. Sus nacionales no tienen acceso al mar. Salvo para arriesgar sus vidas en las turbulentas aguas en un intento migratorio. Y en pos de las fábricas que producen la «bandera de la doce», desde las nuevas carabelas se escuchan emocionados gritos ¡Tierra! Otra conquista y evangelización con un nuevo catecismo. Y en vía de extinción los últimos remanentes taínos.

Como un hecho inescrutable de las sociedades humanas, es cíclico el ritmo de la historia.

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