Para cumplir con sus planes y proyectos, Dios escoge personas como nosotros. En el evento de la Navidad, encontramos que María ha ganado un sitial preferencial en tanto que la figura de José la vemos en un segundo plano. No obstante, José es igual de importante en el plan de Dios y  pocas veces se resalta a este joven especial en la narración de esta maravillosa historia.

El evangelista Mateo nos ofrece el relato de la Navidad desde la perspectiva de José a diferencia de Lucas que nos la presenta desde la óptica de María. Mateo presenta a José como tipo del «pobre en espíritu» (Mt. 5.3). que arriesga su propio estatus social y base económica como carpintero, poniéndose al lado de María y  de Jesús.

En el primer capítulo de Mateo, versos 18-19: nos dice “El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes de que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente”. El relato comienza aclarando que el nacimiento del enviado de Dios para salvar al mundo de sus pecados, fue diferente, es decir no nació  producto de una relación sexual hombre –mujer, sino que una mujer virgen da a luz. Por otra parte, muestra a un  José que protege a María, quien se encontraba en una situación de peligro en razón de que podría ser apedreada como adúltera, tal como es señalado en la ley de Moisés.  Frente a esta situación difícil, José se  muestra íntegro, se cuida de no ofender a María y hacer lo que entiende que es correcto.

José, como hombre justo,  no se precipitó ni fue  impetuoso ante la circunstancia en que se encontraba. Escogió antes ser pensativo y contemplativo. Por algún tiempo, no se sabe cuanto, José estuvo perplejo, y tuvo que tomar una decisión con respecto a María, pero Dios la protegió, avisando con tiempo a José del asunto, para que la recibiera como su mujer. El mensajero le dice a José en sueños “No temas de recibir a tu mujer porque lo que en ella es engendrado del Espíritu Santo es”.

Era necesaria esta revelación de Dios porque, de otro modo, no habría sido posible que José se convenciera de la inocencia de María, pues pensando humanamente los hechos hablaban por sí mismos.

Ahora entendía que María no solamente era inocente, sino que también era un instrumento especial de Dios para ser la madre del Salvador del mundo.

José es el modelo de una persona extraordinaria, responsable y valiosa. Es importante apuntar que el hecho  de ponerle el nombre de Jesús, constituía  en sí mismo, una adopción legal.

A pesar de que la sumisión de María es bastante conocida, José se comprometió con el hijo (ilegítimo para la ley judía) de María; también obedeció el sueño dado por Dios, el cual lo hizo partícipe secreto del plan de los siglos (Mt 1: 24 y 25) (Versión Reina-Valera 95) leemos: «…hizo como el ángel del Señor le había mandado y recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito, y le puso por nombre Jesús».

Jesús vino a los suyos, el pueblo judío y ellos no le recibieron; pero todos los que le hemos recibido en nuestras vidas, nos  ha hechos hijos de Dios. Los judíos deseaban que el Mesías les librara del yugo romano, pero Él vino al mundo para salvarnos del imperio del pecado. «Y llamarás su nombre Jesús por que él salvaré a su pueblo de sus pecados”