El rol del árbol frente al calentamiento global

El rol del árbol frente al calentamiento global

POR  JOSÉ ENRIQUE BÁEZ UREÑA
El 50% de la humanidad, ha leído o al menos ha oído hablar sobre Calentamiento Global. Todo el planeta está en la actualidad bajo los efectos perturbadores de este fenómeno, que de manera irresponsable ha sido generado por la propia humanidad, como resultado de un “desarrollo” económico-material basado en un modelo de producción y consumo irracional que se opone al desarrollo humano en armonía con las particularidades y posibilidades bio-productivas de la naturaleza.

En todas las naciones del mundo existen personas, organizaciones e instituciones que de una u otra forma se ocupan diariamente de buscar y proponer soluciones diversas a la problemática en cuestión.

Las investigaciones más recientes nos dicen que la gran población humana, con sus actuales patrones de consumo de recursos, bienes y servicios ha alterado el ciclo natural del carbono, generando una desproporcionada producción y concentración de dióxido de carbono (CO2) muy superior a la cantidad que pudieran absorber o fijar las plantas y la plataforma marina de todo el planeta.

El árbol, el mayor en altura y diámetro de todos los miembros del reino vegetal es, como todas las plantas, un “productor independiente”, que no requiere (necesariamente) la intervención humana para su existencia y desarrollo.

Posee, como ningún otro ser vivo, la capacidad de asimilar la energía solar y transformarla en energía química a partir del dinámico y complejo proceso de intercambio de energía conocido como fotosíntesis.

Esta particularidad hace de los árboles (las plantas) el eslabón fundamental de la cadena alimentaria, convirtiéndolos, además, en imprescincidibles para la supervivencia de los demás seres vivos, incluyendo al ser humano, que no son capaces de producir sus propios alimentos a partir de la asimilación de energía alguna. Los árboles juegan un rol de vital importancia en la reducción del Calentamiento Global. Son los únicos seres vivos capaces de asimilar el dañino dióxido de carbono (CO2) y convertirlo en producto aprovechable, al transformarlo en energía y biomasa de alta utilidad para la vida humana y animal.

La mitad de la biomasa que acumulan los bosques en desarrollo es carbono.

La deforestación contribuye significativamente a las emisiones de carbono.

Es oportuno destacar, que además de la necesidad de plantar árboles por todo el planeta y proteger las masas boscosas existentes, es impostergable la reducción de las emisiones de Co2, que en gran medida es responsabilidad de los países más desarrollados. “Los expertos estiman que la cuarta parte de los contaminantes existentes en la atmósfera y que contribuyen al Calentamiento (Global) provienen de Estados Unidos.”

Igualmente sería recomendable entre otras medidas: reducir y sustituir paulatinamente el uso de energía de combustibles fósiles por el desarrollo y uso de energía limpia de origen hidráulico, solar, eolica, y otras amigables con la naturaleza y la salud humana; reducir hasta eliminar el consumo innecesario de bienes materiales que solo sirven para aumentar el vertedero del planeta; reutilizar los recursos mientras tengan utilidad alguna; reciclar los materiales y desechos que así lo permitan reducir al mínimo el presupuesto militar-armamentista del mundo, ya que esto no aporta nada a la vida humana, animal y vegetal; reducir la fabricación de vehículos y controlar el crecimiento demográfico.

En definitiva, la salud de nuestra casa común, y de todos y cada uno de los que la habitamos depende, en gran medida, de nuestros patrones de consumo; de lo poco o mucho que demandemos para satisfacer nuestras necesidades básicas bio-sociales o para el derroche de la existencia.

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