El rostro deshumanizado de la salud

El rostro deshumanizado de la salud

POR MARGARITA QUIROZ 
Elevar los estándares de calidad de los servicios de salud, en un país donde las carencias y deficiencias están a la orden del día, se ha traducido en uno de los retos con los que las autoridades sanitarias deben batallar a fin de cumplir los compromisos de los Objetivos del Milenio.

Una tarea difícil, si se toma en cuenta que en la República Dominicana los pobres, que son la gran mayoría, tienen poco acceso a la salud y, por lo general chocan de frente con el rostro deshumanizado de un servicio mediatizado por lo mercurial, el irrespeto por el tiempo ajeno, la indiferencia del médico, la falta de comunicación y la violación de los derechos del paciente.

Ante la realidad, y no obstante los constantes avances tecnológicos registrados en el campo de la salud, de los que hacen alarde algunos centros privados en el país, no se ha avanzado en un servicio humanizado y esto nos conduce a preguntarnos sí debemos realizar un giro hacia el pasado; tomando en cuenta que cuando se habla de la necesidad de humanización es porque el hombre ha perdido algo que le hace ser menos humano.

Como bien apuntó el subsecretario de Salud Pública, Guillermo Serra Ramírez, en su ponencia intitulada “Humanización  de los Servicios en el Contexto de la Reforma del Sector Salud y el Cumplimiento con los Objetivo del Milenio”, el concepto de humanización dentro de los servicios de salud y su importancia para el logro de la salud de las personas, se sustenta en el marco jurídico actual, expresado fundamentalmente en la Ley General de Salud, 42-01.

A su juicio, la humanización dentro de la asistencia sanitaria debe incluir tres aspectos fundamentales: perspectiva jurídica (reconocimiento de los deberes y derechos de los pacientes); infraestructura adecuada (que garantice el acceso de los ciudadanos a las áreas de servicios) y, por último, el aspecto ético (que en su comportamiento los prestadores de servicios de salud reconozcan la dignidad del paciente).

El especialista, que participó junto a otros colegas en la Jornada Nacional e Internacional de la Humanización de la Salud, organizada por el Despacho de la Primera Dama, explicó que  la humanización de los servicios de salud en el país es un compromiso no sólo del Estado sino de todos los integrantes del Sistema Nacional de Salud que deben atender al usuario con calidad y respeto a la dignidad humana.

Serra Ramírez plantea que el gobierno, de su lado, como parte de los compromisos asumidos en los Objetivos del Milenio,  tiene a su cargo reducir  la pobreza, mejorar la calidad de los servicios de salud, con el fin de lograr su humanización, lograr una enseñanza primaria universal, promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer, reducir la tasa de mortalidad infantil y mejorar la salud materna.

Otros de los compromisos asumidos es combatir el VIH/ Sida, el paludismo, la tuberculosis y otras enfermedades infecciosas, garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y fomentar una asociación global para el desarrollo. 

De su  lado, el español Eugenio Tejerina Botella, quien disertó en el mismo escenario sobre la “Humanización de la Asistencia al Enfermo”, explica que a la entrada del siglo XIX, en la relación médico-paciente, se hace énfasis en la inmediatez  y al culto al dinero, en el marco de un intercambio distante y frío.

En tal sentido, expone, que la gente está consciente de que el médico de antaño era más humano, comprensivo, considerado y capaz de entender las necesidades afectivas y espirituales del paciente.

En medicina, el humanismo es un componente necesario de la relación entre el médico y el enfermo, un arte de palabras, sentimientos y aptitudes. La humanización debe ser expresada por el personal sanitario con compasión, tacto, comprensión, lo que a su vez evoca en el paciente optimismo, seguridad, confianza y esperanza.

Es decir, que necesariamente debe surgir una nueva cultura que plantee cómo ofrecer servicios de salud; una cultura sensible a los valores humanos y respetuosa con principios inmutables como el respeto a la vida y la dignidad humana.

 Acciones de plan de humanizaciÓn

Mejorar la accesibilidad al sistema
 Dignificación de las emergencias
 Acceso rápido a la información
 Mayor confortabilidad hospitalaria
 Trato más digno con el valor de la persona
 Reducción de demora tanto quirúrgica como diagnóstica o de consulta
 Formación psicosocial del profesional
 Promoción del voluntariado

Deshumanización y frustración: causas del síndrome de “burn out” en profesionales de la salud

Los factores que más inciden en la aparición del “burn out” son la edad, el sexo, estado civil, la turnicidad y antigüedad laboral, así como el salario y la sobrecarga laboral de los profesionales

El personal médico y de enfermería que trabaja en los centros de salud, por lo general, sufre del síndrome de “burn out”, un mal causado por el agotamiento emocional, deshumanización, estrés físico, entre otros síntomas.

Se trata de un síndrome clínico que, en 1974 fue descrito por Freudemberg, psiquiatra que trabajaba en una clínica para toxicómanos en Nueva York.  En esa fecha, la psicóloga social Cristina Maslach, quien realizaba un estudio sobre las respuestas emocionales de los profesionales de ayuda, calificó a los profesionales afectados de “sobrecarga emocional” o síndrome de burn out (síndrome del médico “quemado” o “frustrado”).

Éste fue uno de los temas analizados durante la Jornada Nacional e Internacional de Humanización de la Salud, organizado por el Despacho de la Primera Dama. La conferencia intitulada Síndrome de burn out estuvo a cargo del español Andrés Valero García, quien habló en representación de la Asociación de Enfermería Solidaria y del Colegio de Enfermería de Valencia.

 Valero García precisa que la atención al paciente es la primera causa de estrés, así como de insatisfacción laboral. Asimismo, que el sufrimiento o estrés interpersonal del profesional de la salud se origina por la identificación con la angustia del enfermo y de sus familiares, lo cual reactiva los conflictos propios y la frustración de su perspectiva diagnóstica terapéutica con relación al enfermo.

Destaca que los factores que más inciden en la aparición del “burn out” son la edad, el sexo, estado civil, la turnicidad y antigüedad laboral, así como el salario y la sobrecarga laboral de los profesionales.

El especialista explica que entre las manifestaciones mentales destacan el sentimiento de vacío, agotamiento, fracaso, baja autoestima, impotencia, baja realización personal, nerviosismo, dificultad en la concentración y baja tolerancia a la frustración.

En cuanto a las manifestaciones físicas del “burn out”, Valero señala que se producen cefaleas (dolores de cabeza), insomnio, alteraciones gastrointestinales y taquicardias, entre otras.

Agrega que se presentan signos conductuales en los que predominan conductas adictivas, aumento del consumo de café, alcohol, drogas, absentismo laboral, bajo rendimiento, distanciamiento afectivo con los enfermos y compañeros, así como frecuentes conflictos dentro y fuera de la vida laboral.

El profesional sostiene que este problema se debe manejar desde una triple perspectiva: individual, en equipo y en el ámbito de la organización-empresa.

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