El rostro triste de la Navidad

El rostro triste de la Navidad

Los últimos días del año son de  gran carga emotiva, y si bien la Navidad se caracteriza por una alegría y regocijo colectivos, para algunos puede resultar totalmente lo contrario. Mientras para muchos la Navidad significa un agitado itinerario de fiestas y celebraciones, para otros es el momento en que la vida les pasa balance a un año más, un  momento en que descubren que no lograron cumplir sus metas y la frustración se cierne implacablemente sobre ellos.

No haber  conseguido un empleo, seguir soltero cuando el reloj y la sociedad le presiona para que se case, haber enfrentado un divorcio o una crisis personal son razones que pueden hacerse aún más dolorosas para alguien que no siente tener logros o motivos para sumarse a la celebración. A otros les embarga la pena de haber perdido a un ser querido en estas fechas.

 Cómo afrontar la tristeza. Y quizás estar triste no sea algo malo, como generalmente se considera. La terapeuta de pareja y familia Nancy Reinoso  explica que como la alegría o el enojo, la tristeza es un sentimiento que no puede considerarse bueno ni malo, sino que forma parte del espectro afectivo de la mente humana y por ello debe ser experimentada, expresada y aceptada.

Luego la dejas ir y no pasa nada. Forma parte de la experiencia de ser humano, no es saludable evadirla, tampoco regodearse en ella. Algunos especialistas recomiendan ciertas pautas para contrarrestar la tristeza o baja en el estado anímico tales como: decorar la casa con adornos navideños, organizar la cena de navidad, entre otras, de ahí a evadirse es otra cosa. La persona debe identificar lo que está sintiendo, aceptarlo y procesarlo. Todo lo que no se enfrenta y procesa más adelante se manifiesta de modo no saludable. Otra cosa muy distinta es cuando se está viviendo un duelo o pérdida importante, el evadirse en juergas y viajes es semejante a barrer y guardar la basura debajo de la alfombra”, dice Reinoso.

La terapeuta Heidy Camilo secunda esta opinión y asegura que “escapar y evadir los sentimientos sólo incrementa la disociación”.

En el momento en que esa tristeza se convierte en un estado de ánimo predominante y llega a nivel de depresión debe llamar a preocupación. La repetición de pensamientos negativos, incapacidad de experimentar placer, falta de iniciativa y aislamiento,  podría tener resultados desastrosos.

La especialista

Nancy Reinoso

Terapeuta del Centro de Atención a Sobrevivientes de Violencia de la Fiscalía

“La melancolía es la felicidad de estar triste”,   Víctor Hugo. Una cosa es entristecerse y reconocer que se está triste y tomar medidas alternativas para manejarla y otra es la depresión que puede inhibir al sujeto  a tomar la iniciativa para mejorar su situación.

Manejando el duelo

Cuando la tristeza es resultado de la pérdida de un familiar o amigo, es necesario respetar el momento de aflicción por el que pasa el doliente. En algunas familias se toma la decisión de no celebrar las fiestas tradicionales navideñas ante esos casos y, según asegura Reinoso, es una forma de ser leal a la memoria del fallecido, un derecho que tienen todas las personas de vivir su duelo “pero es importante escoger medios saludables para canalizar la pena”.

Camilo dice al respecto que las individualidades de cada miembro de la familia deben ser respetadas y si alguno desea hacer duelo, las celebraciones deben hacerse en otro lugar para no perturbar al doliente.  Reinoso explica que en el manejo del duelo es fundamental reintegrarse a la vida normal tan pronto como sea posible. Esto debe hacerse “de modo paulatino, retomando las rutinas habituales tanto personales, familiares, laborales y dentro de ellas las reuniones y conmemoraciones, que como la Navidad contribuyen a promover el afecto y la unidad tan necesarios cuando se atraviesa una etapa tan difícil de la existencia.

Recordemos que es una tradición que aunque eminentemente religiosa tiene un carácter fraterno, el reunirse cuando se atraviesa un duelo más que como celebración se enfoca de modo simbólico como conmemoración y puede servir de espacio para recordar, celebrar la vida de esa persona que ya no está, la oportunidad de haber compartido con ella y la riqueza de sus aportes a nuestra vida.

Hay que dejarla ir integrando al yo su legado; la vida continúa y se perpetua en los que le sobreviven.

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