El Salomé Ureña casi en ruinas

<p>El Salomé Ureña casi en ruinas</p>

Por Y. CONCEPCIÓN
El panorama que se observa cuando se visita el Instituto de Señoritas Salomé Ureña es perturbador: persianas destruidas, techo y paredes corroídas por las filtraciones, óxido por doquier, falta de iluminación en los pasillos y otras precariedades.

Al observar el edificio desde diversas ópticas se puede concluir que se está frente a la institución que algún día llenó de orgullo a la República Dominicana, porque fue creada por la poetiza Salomé Ureña  de Henríquez en 1881, quien dedicó gran parte de su vida para que allí se formaran las maestras del país.

El Instituto de Señoritas, nombre que llevaba antes de la muerte de la poetiza, fue creado por Salomé Ureña alentada por su esposo Francisco Henríquez y Carvajal y motivada por el humanista puertorriqueño, Eugenio María de Hostos. Hoy la realidad es que la pintura de los pasillos, paredes  y techos en general, parecen como si formaran parte de una casa submarina por su alto grado de humedad y moho.

Minerva Espinal de Jesús, subdirectora del Instituto y directora del liceo vespertino Manuel Rodríguez Objío, que funciona en el mismo lugar, explicó que “Nosotros sólo contribuimos con pintarlo e higienizarlo. Pero hay parte de la construcción que como centro educativo no podemos cubrirla porque es costosa. Sólo dos áreas del lugar están deterioradas que son el salón de actos y el gimnasio por las filtraciones. Nosotros sólo atinamos a la pintura”. En  el Instituto funcionan dos tandas; una matutina en la que convergen 648 señoritas y el liceo vespertino Manuel Rodríguez Objío con 656 estudiantes de ambos sexos.

En el año 1987 fue remodelado bajo la dirección de la maestra Amantina Medina viuda Hubiera, quien al ver el actual estado del centro mostró impotencia y dijo, “me duele mucho verlo como está, esto está medio feo. Recuerdo que la última vez que se remodeló fue porque le pedí al presidente Balaguer”.

Medina viuda Hubiera dirigió el Instituto desde el año 1964 y se retiró al ser pensionada en el año 2003.

“A mi me da mucha pena ver como está el Instituto de Señoritas Salomé Ureña, ojalá que esto llegue a conocimiento de la Secretaria de Educación y quizás al presidente de la República, se lo pedimos de corazón”, dijo.

Durante un recorrido por el lugar reporteros de Hoy observaron que el salón de conferencias es un peligro para todo al que allí acude. En el techo, los bastones de aluminio que sujetan los plafones parecen estalagmitas, el agua apozada detrás de la tarima de actos generan mosquitos y la posibilidad de resbalar a cualquier ser humano. La iluminación “brilla” por su ausencia.

El oxido es la nueva pintura de sus paredes, las que fueron ventanas de aluminio hoy son hueco en las paredes o hierros retorcidos. Encontrar un asiento “apto” para sentarse es una tarea titánica pues casi todos se encuentran con los resortes “a flor de piel”, a unos sólo le queda el espaldar, mientras unos cuantos sólo ocupan un lugar en las hileras de asientos. Aparecen muy pocos en buen estado.

La maleza del patio está a la altura de las caderas de las jóvenes, que allí reciben enseñanza. El soporte de la cancha de baloncesto sobresale de todo el panorama por estar cubierto de óxido.

Soraida Heredia viuda Suncar, colaboradora del centro y quien se desempeñó como subsecretaria de educación en los años 80 señaló que “Hay que saber lo que significó para la educación dominicana este plantel, fue un ejemplo no de Santo Domingo sino de Latinoamérica en el aspecto físico, moral e intelectual, pero el tiempo lo ha deteriorado y ha habido pocas ganas de las autoridades en reforzarlo y mantenerlo”.

En el centro educativo funcionaba un gimnasio que servia de salón de práctica para los grupos de folklore, gimnasia rítmica y la banda de música. Hoy es sólo un salón lleno de escombros y basura, con el piso de tablas roto y las ventanas torcidas.

Es el depósito de las “Ruinas”, aquel poema de Salomé Ureña titulado de la misma manera y que un fragmento dice: “Memorias venerandas de otros días, soberbios monumentos, del pasado esplendor reliquias frías, donde el arte vertió sus fantasías, donde el alma expresó sus pensamientos”.

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