El dinamismo de la vida política es la abundancia de hombres y mujeres que se creen predestinados por Dios para ser dirigentes de los dominicanos. Esto ha provocado una diarrea de entelequias partidistas que solo le crean problemas logísticos a la Junta Central Electoral a la hora de confeccionar la boleta electoral cada vez de mayor tamaño e imposible de controlar y entender.
La vida política dominicana se ha caracterizado por la abundancia de los predestinados que se creen para ser los dirigentes de los demás dominicanos a cuenta de una superioridad mental de la que carecen pero se creen en sus egos que están llamados a dirigir a los mas incapacitados ciudadanos. Siglos atrás era la abundancia de los militares guerrilleros del tiempo de la montonera hasta llegar a los tiempos más civilizados de la era moderna en que la actividad política no ha estado sumergida totalmente por ese arrastre atávico de las creencias que todos son predestinados para dirigir a los demás.
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Por eso tiene vigencia el chiste del niño limpia bota con un cliente que aquel le dice general le limpio los zapatos y este muy orondo accede a esos servicios. Este señor confirma creerse militar y le pregunta al limpia bota como tu sabes que yo soy general y aquel le dice es que en Santo Domingo todos son generales.
En el siglo XXI no se justifica esa abundancia de chinchorros políticos que la aspiración es que la JCE los premie con la subvención de la cual no rinden los reportes exigidos y así se atomiza la ayuda hacia asuntos alejados de los fines partidarios previsto por la ley para asuntos personales en donde hay partidos con una militancia fantasma que solo caben en la mente de sus promotores creyéndose el último refresco del desierto.
Ya para este siglo se creía que esa diarrea de entelequias políticas iba a cesar pero ocurre que ahora la demanda es mayor ya que la abundancia de esas entelequias proliferan como la verdolaga y en maratónicas actividades de captación de supuestos simpatizantes logran apropiarse de un dinero que será compensado con las subvenciones de la JCE que les permitirá darse la gran vida a sabiendas que luego no tendrán que rendir sus informes detallados de como se gastó ese dinero ya que la volubilidad de los gastos no existe forma auditable que permita darle seguimiento a ese dinero público malgastado por una cáfila de políticos corruptos que solo buscan medrar a la sombra del Presupuesto Nacional.
La esperanza de los dominicanos, avergonzados por esta proliferación de partidos reconocidos graciosamente por la JCE, es que ahora como en las películas de los héroes con un Tano a la cabeza se irán diluyendo los seres humanos para hacer del suelo dominicano algo mas vivible. Tal es la esperanza que estas elecciones del 2024 serán las últimas con ese mosaico multicolor de agrupaciones de los que se creen predestinados a la espera que un Tano cualquiera los volatilices para disminuir su presencia que solo sirve para crear problemas a la ciudadanía que aspira a vivir en una sociedad organizada y armónica sin esperar del Estado dádivas ni repartos del bien público.
Ya las militancias fantasmas de los partidos dejarán de ser un lugar común en estos procesos eleccionarios.