El Salto de Jimenoa agoniza

El Salto de Jimenoa agoniza

Jarabacoa.- El Salto de Jimenoa, uno de los principales atractivos ecoturísticos de este municipio, prácticamente agoniza. Aquel grandioso espectáculo visual que una década atrás la naturaleza presentaba oronda a los turistas, hoy día ha perdido su magia.

Su torrente, de gran fortaleza y bravura, se ha ido debilitando al caer a una apacible piscina natural desde el centro de la Cordillera Central y, de igual modo decrece el entusiasmo de quienes, al visitar esta bellísima ciudad de Jarabacoa, se animan a llegar hasta allá.

Como un fiasco ven los turistas pagar cincuenta pesos por persona y caminar por espacio de unos veinte minutos, por escalones y puentes colgantes, hasta llegar al Salto. La sequía que azota el país, considerada la más fuerte en los últimos veinte años, ha causado estragos; las imágenes que presentamos muestran la triste realidad.
La advertencia de una joven, que hace la labor de cajera y guía, en la entrada, de que “el salto está un poco seco debido a que la hidroeléctrica de la zona toma su agua(¿?) para producir energía” , en principio no desanima a quienes por primera vez o, desde hace algunos años, no visitaban el importante monumento natural.

Finalmente, al llegar, las expectativas y rostros cambian: aquel que visitó diez años atrás el Salto de Jimenoa simplemente se sorprende. De las dos fuertes cascadas, es decir, el Salto 1 y el Salto 2, que caían de la Cordillera Central con gran fuerza y sonido ensordecedor, sólo queda la de la derecha. Desapareció la del centro y, a la izquierda del espectador, ubicado desde el mirador, permanece apenas una especie de chorrito. El agua cae de unos cuarenta metros de altura, desde lo alto de la montaña, pero sin la furia impactante de antes.
El visitante, local y extranjero, observa atónito, y quienes lo visitaron en otra ocasión coinciden en sus comentarios.

“El Salto de Jimenoa no es ni sombra de lo que era” aseguran Carlos Fernández y su esposa Flérida Cáceres, una pareja residente en La Vega que se trasladó hasta aquí con varios amigos.

“Una de las razones que más gratificaba al turista, aparte de observar aquel grandioso espectáculo natural, era dejarse acariciar por las gotas de agua cuasi vaporizada que al caer con ímpetu salpicaba a los curiosos espectadores apostados en el mirador”, comentó Yasmín Germán, una profesora de Villa Tapia.

Carolina Sosa, que hacía turismo interno, se mostró decepcionada porque “vine atraída por lo que había antes aquí, pero esto no es ya ni sombra de lo que fue”.

Pese a esta lamentable realidad, el Ministerio de Medio Ambiente continúa realizando su labor de mostrar el Salto. Para ello acondicionó el área, con parqueos gratis -aunque un vigilante vestido de civil busca la forma de recibir propinas- colmados con bebidas refrescantes y “snacks”, una garita donde está la cajera-guía, así como escalones y puentes en buen estado.

Una falla muy visible por parte de Medio Ambiente es la carencia de letreros informativos con fichas referentes al Salto; es decir, que los turistas se conforman con ver lo que aún queda, y se marchan sin saber “ni papa” sobre el monumento.

Además, por los puentes colgantes sólo deben pasar al mismo tiempo cinco personas; sin embargo, tal alerta está colocada al final, cuando ya se ha hecho la travesía.

Está prohibido el baño en el lugar de caída de la cascada, aunque en otras áreas es posible, bajo la responsabilidad de las personas.

ZOOM

Turismo de aventura

El Salto de Jimenoa fue declarado Monumento Natural por el decreto 517-09 del Poder Ejecutivo. Para llegar, se toma la izquierda cinco kilómetros antes de la entrada de la ciudad, en ruta desde La Vega. El Salto fue descubierto mientras se realizaban tareas de expedición a mediados del siglo XX con fines de instalar una hidroeléctrica que aprovechara las aguas del río Jimenoa.

 

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