El escritor español, León Felipe, uno de los grandes poetas de la lengua castellana, también incursiona en el tema deportivo con su original y admirable creación “El Salto,” una joya de la literatura que además envuelve un impresionante concepto filosófico sobre la vida y la muerte.
La crítica especializada asocia su obra a la del norteamericano Walt Whitman, célebre autor de “Canto a mí Mismo”. Ambos poetas se caracterizan por el tono enérgico y arenga casi religiosa por los senderos de la libertad. A Felipe se le encasilla en el grupo de los prominentes poetas españoles de la Generación del 27, aunque hay quienes sostienen que por su estilo peculiar y complejo toma distancia de la misma.
Nació en la provincia de Zamora el 11 de abril de 1884, siendo bautizado como Felipe Camino Galicia de la Rosa. Su deceso ocurre en México, su país de adopción, el 18 de septiembre de 1968. Comenzó a utilizar por primera vez el seudónimo de León Felipe en el 1919 cuando publicó su libro: “Versos y oraciones de caminante”.
Su obra poética es amplia y diversa, y además incursiona en el teatro renacentista (La Manzana y El Jugarón). Hizo abundantes traducciones de obras clásicas de la literatura inglesa como Macbeth y Otelo de Shakespeare, entre otras.
La poesía fue el género que cultivó con mayor dedicación y pasión. Sus textos más sonados y reconocidos son: Vendrá una espada de luz, La Insignia, Poesía revolucionaria, El Hacha, El poeta prometeico, El Ciervo, Rocinante, Los Lagartos, Parábola y poesía, Versos del merolico, Cuatro poemas con epígrafe.
Aunque León Felipe perteneció a una familia acomodada, su vida estuvo matizada por altas y bajas. Su episodio más lamentable fue cuando tuvo que pasar tres años en la cárcel, convicto por desfalco. Se había licenciado como farmacéutico, complaciendo un deseo de su padre y hasta trabajó como cómico en una compañía de teatro. El inicio de su obra poética coincidió cuando su vida bohemia lo sumió en una crisis económica.
Su existencia itinerante le llevó a vivir en varios países, incluida Guinea Ecuatorial, a la sazón una colonia española, donde laboró como administrador de hospitales, luego se trasladó a México, donde se enroló en el ambiente intelectual de ese país, gracias a las gestiones del notable escritor Alfonso Reyes. De allí se trasladó a los Estados Unidos, donde fue nombrado como profesor de literatura española en la Universidad Cornell.
A su retorno a España, se integró políticamente al sector republicano poco antes de iniciarse la guerra civil y en el 1938 se exilia definitivamente en México, llegando a ser agregado cultural de la embajada de la República española en el exilio por un breve periodo.
Varios años después de su muerte, su obra ha sido cada vez más valorada por la crítica tomando en cuenta su gran calidad y originalidad, a tal punto que renombrados especialistas, son partidarios de que sea reivindicado como un poeta mayor, al mismo nivel que otros grandes bardos de su época.
Disfrutemos de su poema insertado en esta entrega sobre tema deportivo.
EL SALTO
Somos como un caballo sin memoria,
Somos como un caballo
que no se acuerda ya
de la última valla que ha saltado
Venimos corriendo y corriendo
Por una larga pista de siglos y de obstáculos
De vez en vez, la muerte…
¡el salto!
y nadie sabe cuántas
veces hemos saltado
para llegar aquí, ni cuantas saltaremos todavía
para llegar a Dios que está sentado
al final de la carrera…
Esperándonos.
Lloramos y corremos,
Caemos y giramos,
-vamos de tumbo en tumba
dando brincos y vueltas entre pañales y sudarios.