FERNANDO RODRÍGUEZ C. 
FERNANDO RODRIGUEZ C.
La efusividad del saludo entre el presidente Luis Abinader y el ex mandatario Leonel Fernández el pasado martes, abrazos y levantamiento de manos incluidos, representa una buena señal al pueblo dominicano porque muestra que se puede disentir en el plano político sin que eso afecte la cortesía que debe prevalecer entre nuestros dirigentes llamados a ser ejemplos de educación y respeto en un país donde las diferencias políticas suelen llevarse al plano personal.
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En ese sentido, recuerdo la conversación que sostuve con el ex presidente Fernández, en la pasada recepción de la embajada de Japón del once de marzo, en la que ponderé positivamente el nivel respetuoso de la polémica sostenida con el presidente de la República sobre lo que se había construido en Santiago y lo que faltaba por hacer, anunciando ambos su disposición de compartir un desayuno para proseguir el debate.
Ahora, con el tema de Haití y la amenaza que representa para el país el agravamiento de su crisis, todos los dominicanos, sin importar banderías políticas, debemos unirnos para enfrentar las consecuencias de una crisis que tiende a agudizarse ante la mirada indiferente de las potencias que pretenden endosarnos la solución de un problema que debiera ser enfrentado por la comunidad internacional.
