El sangriento desafío del narco

El sangriento desafío del narco

Los recientes asesinatos de militares y policías adscritos a la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) se corresponden con un lenguaje típico del narcotráfico, un flagelo que amenaza con minar nuestra institucionalidad en todos los órdenes.

Dolido por los golpes contundentes que le ha asestado la agencia antidrogas, el narco ha respondido con asesinatos selectivos de personal y enfrentamiento a tiros de  sus patrullas de operación, en una declaración de guerra que debe ser asimilada y respondida con toda la fuerza y peligrosidad que le caracteriza. Hay una amenaza para la institucionalidad y seguridad del país que no puede ser tratada con paños tibios.

Este desafío del narcotráfico que estamos viviendo hoy parece el resultado de haber subestimado por mucho tiempo la presencia e influencia que en nuestra sociedad ha estado tomando este negocio. El no haber atacado oportunamente y con la contundencia que merecía el negocio de las drogas nos ha colocado ante una peligrosa perspectiva. Con todo su poder económico, el narcotráfico es capaz de permear, corromper y poner a su servicio a personas e instituciones, como forma de asumir cada vez más controles en la sociedad. Los últimos asesinatos de personal de la DNCD nos indican claramente por dónde andan  las cosas y nos convoca a responder con fuerza este desafío.

 

Una cumbre para buscar armonía

Nunca antes fue tan oportuna y puntual una cumbre del Grupo de Río, como la que inician hoy los presidentes de los países miembros de este conglomerado. Coincide su celebración con una situación peligrosamente tirante que distancia, precisamente, a Colombia, Venezuela y Ecuador, tres de los países que libertara el gran integracionista Simón Bolívar. Al margen de las causas de esta confrontación está la necesidad de que este encuentro permita atenuar aristas y conducir a una exitosa gestión diplomática por la paz.

La República Dominicana tiene en esta ocasión la oportunidad de consolidar su liderazgo regional, ejerciendo una mediación que permita deponer los enojos que afectan las relaciones entre estos tres hermanos bolivarianos. Las voluntades deberían sintonizar en esta necesidad de evitar en el Cono Sur un conflicto que no haría más que debilitar  estos vínculos y fortalecer al poder irregular que lo ha causado.

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