El Santo Cura de Ars tenía el don para orientar y dar la mano

El Santo Cura de Ars tenía el don para orientar y dar la mano

Calle Santo Cura de Ars

Como hacía mucha penitencia manifestaba que luchó mucho con el diablo. Se cuenta que en una ocasión el maligno hasta le quemó la cama. Él hablaba de esa guerra.

En su época existían los silicios y él se daba fuertes golpes. Se flagelaba y duraba horas dándose latigazos

Iban a buscarlo personas de todo el mundo, principalmente para confesarse, porque él tenía un don para orientar. Su formación como catequista era extraordinaria.

Dormía en muy malas condiciones, a veces en el suelo.

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En un pueblo pequeño, sin recursos, creó escuelas, orfanatos, lugares de acogida para pobres. Las mujeres no solo rezaban, él las ayudaba en su educación.

Se trata de San Juan María Vianney, mejor conocido como el Santo Cura de Ars, de quien habla el padre Nelson Acevedo Betances, párroco de la iglesia que lleva el nombre del beato. El templo fue construido en 1959.Pero desde 1955 tuvo como primer párroco a Guillermo Rodríguez Jáquez, hasta su muerte en 2005.

Acevedo es un consagrado docente de expresión fluida y amplios conocimientos doctrinales, filosóficos, culturales, eclesiásticos. Fue catedrático de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra y del Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino.

Conoce los orígenes de Juan María, las dificultades que enfrentaba para el aprendizaje, su escaso intelecto, pero también su humildad, sus virtudes y gracias.

Habla de lo arraigada que es en República Dominicana la devoción al santo y quienes la promovieron. En el colegio que dirige, como en el altar y las paredes, se exhiben de él esculturas e imágenes, algunas amarillentas por el tiempo.

“Se burlaban de él”. Juan María no tenía facilidad para ir a una escuela, aprendió a leer y escribir con una hermana. De todas formas, el estudio le resultaba dificultoso, pero dice la leyenda que él repetía: “Si David aniquiló a Goliat con una quijada, ¿qué no haría uno con un burro entero?”. Él se representaba en el asno.

Aprender el latín, refiere el padre Nelson, “le costó demasiado y lo sacaron del seminario”. Llegó a sacerdote gracias a un intercesor.

Condiscípulos se burlaban del seminarista, que había iniciado con tardanza su aprendizaje. Lo que define como una “vocación adulta”.

No era un letrado, pero fue muy humilde, y “hay que ver como Dios se vale de las almas: cuando uno es instrumento de la gracia, hace maravillas”, expresa.

Al ordenarse, Juan María fue enviado como párroco a Ars, pueblo pequeño y lejano localizado entre montes, “prácticamente un hoyo”.

Enfermaba con frecuencia por sus ayunos, y cuando comía exageraba en su frugalidad. Era constante en el rezo del Santo Rosario y transformó el pequeño poblado en punto demandado por feligreses deseosos de confesarse con él, en el templo remozado que encontró en ruinas.

“Demostró que son vanas las ínfulas de intelectualidad si no hay humildad”, enfatiza Acevedo.

La devoción. La devoción de los dominicanos hacia el Santo Cura de Ars es muy antigua y probablemente nació en el Cibao según apreciaciones del padre Nelson.

Piensa que pudo haberla introducido el padre Fantino, en el Santo Cerro y se extendió a todo el Cibao.

Cita a monseñor Juan Antonio Flores como uno de sus promotores en Pontón, La Vega, y repara en que el padre Guillermo, que era de Esperanza, Valverde, Mao, la fomentó en Santo Domingo.

San Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars por el pueblo donde ejerció, nació el ocho de mayo de 1786 en Francia y murió el 4 de agosto de 1859. “Es el patrón de los párrocos”, afirma Acevedo. Otros lo describen como patrón del clero diocesano. Su fiesta se celebra el cuatro de agosto.

La enseñanza que deja el santo, declara, es que “si uno es capaz de dejarse conducir por la gracia, puede llegar a ser instrumento para contribuir con el desarrollo de la persona humana. Él fue un campesino que se preocupó porque la gente progresara”.

El templo, ubicado en la avenida Duarte esquina Nicolás de Ovando, encierra una historia de alegría por tantos años promoviendo la educación, pero triste porque allí se ocultó Huáscar Tejeda, participante en el ajusticiamiento de Trujillo, fue delatado y torturado junto al padre Gabriel Maduro. Huáscar asesinado.

Una centenaria testigo de los hechos narró la trágica circunstancia.

La calle. El 26 de junio de 1963, el Ayuntamiento del Distrito Nacional designó Santo Cura de Ars la antigua calle “Proyecto Número Uno” del ensanche Luperón. Tomó en consideración las virtudes del santo y la enraizada la devoción hacia él.

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