El saqueo en Argentina es válvula de escape a la tensión social

El saqueo en Argentina es válvula de escape a la tensión social

Buenos Aires. La crónica modalidad de los saqueos a tiendas en Argentina, como el que causó el miércoles dos muertos y un centenar de heridos, es la válvula de escape para una sociedad que no canaliza demandas y tensiones a través de la política o el sindicalismo.

Cada vez que en el país hay un foco de tensión social, por carencias económicas, huelgas o pura criminalidad organizada, grupos vandálicos se lanzan al asalto contra supermercados, comercios y viviendas.

«En Francia, de vez en cuando vemos que queman autos, o en Turquía arrasan 18 manzanas. Las formas son distintas en cada país», dijo a la AFP Enrique Zuleta Puceiro, profesor de Derecho y Sociologia en la Universidad de Buenos Aires.

El fenómeno local nació a finales de los años 80 con la primera hiperinflación y su estremecedor alza de 5.000% anual en el costo de vida, y desde entonces se repiten con frecuencia escenas de rapiña y pillaje.
En Argentina los analistas consideran que no se observa actualmente un escenario de crisis social, aunque hay señales preocupantes en materia de inflación y caída de reservas monetarias. El gobierno del socialdemócrata Raúl Alfonsín (1983-1989) tambaleó a raíz de la crisis hiperinflacionaria y del Plan Austral, que intentó controlar en vano los precios con una moneda nueva, el austral, hoy extinguida.

Crisis de representación y partidos esclerosados. «Lo que hay es una crisis muy grande de participación, que viene de los años 70, de la crisis de los partidos, de los sindicatos y de organizaciones esclerosadas que no operan como canales de transmisión de demandas, no son confiables», dijo Zuleta, académico de honor en Legislación y Jurisprudencia de España.

Otro gran estallido social por saqueos se produjo a finales de 2001 cuando colapsó el modelo de tipo de cambio fijo y apertura de la economía, que tumbó al gobierno del conservador Fernando de la Rúa (1999-2001), con un saldo de 34 muertos, centenares de heridos y miles de detenidos.

«Hay momentos en que las presiones sociales no tienen representación. Hubo una organización corporativa que produjo en los años 70 fenómenos de revolución urbana y en 2001 el famoso ‘¡que se vayan todos!’ (gritado en las calles)», dijo Zuleta, miembro del American Law Institute y director de la consultora OPSM.

Ninguna manifestación de violencia y rapiña volvió a tener la dimensión de aquellos años, pero a finales de 2012, olas de saqueos conmovieron en varios centros urbanos, con saldo de cuatro muertos.

El detonante este miércoles fue una huelga policial que derivó en el aprovechamiento por grupos delictivos de pillajes en la provincia de Córdoba (centro), la más poblada, donde sus autoridades se quejaron de que el gobierno federal de Cristina Kirchner no los asistió con policía militarizada.

«Hay una cultura de lo que se llama ‘la movilización total’ o ‘el movimientismo’, como en los viejos caudillismos, a causa del bloqueo del sistema a la participación», agregó el analista, consultor en temas de desarrollo social del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo.

Zuleta dijo que «el mismo presidencialismo argentino conspira contra la participación. El parlamentarismo, en cambio, es un sistema más sensible y dispara participaciones». «Vemos un sistema demasiado rígido. Se produce el estallido y muestra que debajo de la cáscara hay una sociedad insatisfecha. La gente ahora está muy curada de espanto, es difícil venderle espejitos de colores, está muy informada y no hay cosa que no le haya pasado. Está llena de cicatrices», indicó el profesional.

Zuleta explicó que en Argentina se da un fenómeno no tan común de una «gran movilización migratoria que lleva gente a los asentamientos, a rodear las ciudades. Hay gente que lleva tres generaciones sin trabajo».

El gobierno de Kirchner ha instrumentado un subsidio social por hijo a 3,5 millones de personas que cobran el equivalente a unos 100 dólares mensuales.

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