El secreto de conseguir clientes y mantenerlos para venderles productos agrícolas, es producir con calidad, mantenerla y entregar siempre a tiempo lo acordado.

Esa es una de las recomendaciones y vivencias de  Juan Manuel Berenguel, ingeniero agrónomo, productor, empresario, hijo y nieto de agricultores, ha visto durante 40 años el desarrollo de la plasticultura en Almería, España. Fue rector por 4 años de la Cooperativa Agrícola y Ganadera, de San Iisidro.

En una superficie de cultivo de unas 2 mil hectáreas, los 1,300 socios de plenos derechos, los 300 socios colaboradores y los 50 en espera de ser  socios de la cooperativa produjeron en  su última campaña que terminó en julio  220 mil toneladas de vegetales, principalmente tomate, que vendieron  por un valor de US$200 millones en el mercado local y de exportación. Desde su origen, la función de la cooperativa ha sido la comercialización de los productos de sus socios. Para ello, hemos necesitado una mesa en el mercado central de abasto de Almería. Tenemos una superficie de 40 mil metros cuadrados de naves de exposición  de la producción, donde se realiza la operación de compra-venta de productos y donde se le dan los servicios a los clientes.

De la venta directa al consumidor hemos llegado a la subasta, dice Berenguel, en la que el agricultor aporta su mercancía totalmente normalizada desde el campo y se pone en exposición en la nave en donde cada partida está individualizada. Una serie de clientes conseguidos por la cooperativa participa en la subasta a la baja y en función de cómo estén la demanda y la oferta de las mercancías que haya se determinan los precios. La cooperativa le aporta los insumos necesarios a los socios para su producción, tiene un almacén fitosanitario, materiales de riego, talleres para maquinarias agrícolas. La cooperativa le financia los gastos de insumos a los socios, los cuales deben liquidar al finalizar esa campaña de producción.

Cuenta que exportan tomate a toda Europa y que han exportado ese producto hasta a los Estados Unidos, en donde han enfrentado dificultades de altos precios en transporte y otros.

Los mercados son exigentes y los productores tienen que cumplir o salen de competencia. Entre esos requisitos está la procedencia de cada producción de tomate, que incluye los datos de donde se compra la semilla, lugar del semillero, donde se cultiva, donde se subasta hasta que llega al consumidor. Lleva un código para que a cualquier sitio donde llegue nuestro tomate se pueda saber su procedencia, explica Berenguel, y que el cumplimiento de  las reglas acordadas es la única forma de mantener y ampliar la exportación de la producción agrícola.

La cooperativa fue fundada en 1945 por un grupo de agricultores, por la necesidad que tenían de comercializar los productos que producían en La Vega, de Almería, que fundamentalmente era para el abastecimiento de la ciudad.

El sistema de venta que en aquel tiempo perduraba era llevarlos a la  central de abasto de la ciudad y donde había una serie de asentadores que eran los que comercializaban esa producción a los consumidores. Este grupo de pioneros no se sentía a gusto con la comercialización, como individualmente no podían tener acceso a ese mercado para venderle directamente su producción a los consumidores o a los comerciantes minoristas, se unieron y obtuvieron del ayuntamiento un puesto  (una mesa), en donde ponían su producción y la comerciaban directamente.

Con la aparición  de la plasticultura y las nuevas variedades de hortalizas es cuando se produce un despegue de las producciónes y la necesidad de buscar los mercados de exportación, en principio a la Comunidad Económica Europea, de la cual España no era  miembro, pero había muchos  problemas para la exportación. Gracias a la unión que había en la cooperativa se intentaba minimizar los problemas para exportar.

Berenguel expuso acerca de su experiencia en la producción y comercialización de tomate en  el taller sobre sistema de alerta e información fitosanitaria y modernización de la agricultura bajo ambiente controlado, realizado en el Centro de Desarrollo Agropecuario y Forestal (CEDAF), en el que también disertaron sus compatriotas Samuel Túnez Rodríguez y José López Gálvez. Estos  últimos expusieron sobre el sistema de alerta e información fitosanitaria y modernización de la agricultura con materiales plásticos. Los expositores fueron presentados por la profesora Quisqueya Pérez.

Las palabras de bienvenida estuvieron a cargo de Juan José Espinal, director ejecutivo del CEDAF, y quien destacó la importancia de la plasticultura para la producción de vegetales en el país, en donde ya hay varios de estos proyectos produciendo e instalando otros, pero falta financiamiento para un mejor desarrollo. Productores de todo el país demandan créditos para seguir instalando estos invernaderos.