La economía aceleró su crecimiento en el primer semestre del año gracias al tiróndelconsumo de hogares einversión de las empresas.Las exportaciones de bienes crecieron a menor ritmo que las importaciones, y esto hizo que fuera negativa la contribuciónde la demanda exterior neta al crecimiento.
Ha sido la historia, las estadísticas acumuladasnos dicen quese afianza el crecimiento del PIBcuando se acelera la demanda nacional, la mayoría de las veces soportada por más importaciones, y por la poca o ninguna elasticidad,las exportacionesno aumentan o lo hacen a un ritmo insuficiente para pagar la factura de las compras externas de bienes.
Del 2000 al 2017 el comercio exterior total (suma de importaciones y exportaciones) aumento 5.2%, igual que el PIB,a lo que contribuyó la reducción del arancel medio, un requerimiento del DR-CAFTA, de 43% en 2000 a 25.8% en 2007 y a 15.4% en 2017,con dos consecuencias.
Por un lado, se deterioró la relación exportaciones/importaciones. Por la venta de bienes en el extranjero los ingresos de divisas cubrían el 61 por ciento de las compras en el 2000, porcentaje que se redujo a 45% en 2010 y a 57% en 2017.
Por el otro, empeoró el desequilibrio comercial. Nos descuidamos y no ganamos cuota de mercado para incrementar las ventas de bienes, mientras, como debió anticiparse, aumentaron las importaciones, se multiplicaron por 87 en diecisiete años.
El reto es exportar más, formar parte del intercambio mundial de mercancías con productos de mayor valor agregado, para lo que es necesario cambiar el ritmo de las exportaciones, debe superar el de las importaciones. Y que la explicación sean ganancias derivadas del uso de nuevas tecnologías, por avance de las comunicaciones y provenientes del fuerte crecimiento de los contenedores y embalajes observado a nivel mundial.
Es como se preservará la elevada tasa de crecimiento de la economía de los últimos tiempos. Puede lograrse si el Gobierno y empresarios identifican los factores estructurales que han estado detrás de la falta de dinamismo de las ventas externas. El crecimiento no puede seguir dependiendo de reformas estructurales hechas en los noventa, y repitiendo la misma historia, que no competimos por el costo de la energía eléctrica, el trabajo y otros.
No niego las desventajas, los costos adicionales podrían sumar millones de dólares, digo que debemos ser ambiciosos y eliminar obstáculos con innovadores cambios estructurales. Y hacerlo ya, lo impone la incertidumbre que genera la guerra comercial iniciada por Trump con China y Europa, con tarifas pretende corregir el histórico déficit comercial y la pérdida de trabajo en los Estados Unidos.
Lo que no logrará. Lo primero se debe, como nosotros con la cuenta corriente, al poco ahorro privado y al exceso de gasto fiscal; lo segundo a pérdidas de ventajas comparativas por el cambio de tecnología.
Pero las tarifas podrían desacelerar el consumo, la inversión y el crecimiento mundial. Ante esa posibilidad lo recomendable es prepararnos, con criterios técnicos identificar productos que con incentivos e inversión en tecnología aumenten el comercio y cambien su composición, que el intercambio neto genere divisas en lugar de pérdidas y sume al crecimiento de la economía.